Cuarenta mil muertos y contando. Ninguna imagen, pose, palabras, gritos, advertencias, le cuadran al Ejecutivo federal y sus cercanos en esta fallida estrategia. Aunque cambie el rictus Alejandro Poiré –pero dicen que se pronuncia Pauré— del villano que envía el mensaje a los forajidos al de la tribulación, no obstante la multiplicación de optimistas mensajes para recordar que en unos días habrá un quinto informe presidencial con un presidente sonriente, la brutal realidad se estaciona en los hogares mexicanos, donde a cada momento la interrogante es: ¿Hasta cuándo?
La gente común regó las calles desde hace tiempo preguntando si no podía darse un arreglo con los grupos de la delincuencia organizada; “¿o cómo le hacían antes?”, se cuestionan también. Que ni se atrevan a preguntar tales cosas. Se le ocurre a Alberto López Rosas, procurador de Guerrero, y le caen a porrazos desde todas partes, incluso lo llaman iluso. Pero a partir de ahí surgen otras voces en ese sentido; una de ellas no la esperaban los estrategas de la guerra: el mismísimo ex presidente Vicente Fox Quesada que le coloca otros ingredientes y menciona la posibilidad que grupos especiales de expertos internacionales ayuden en tal encomienda. Algunos diputados perredistas hablan de tregua, de pactos, de buscar resquicios para acabar con la violencia. Otros legisladores, como el siempre crítico y congruente sinaloense Manuel Clouthier Carrillo del PAN –lo tienen a la fuerza, hace tiempo que no es bien visto por sus correligionarios--, califican al gobierno de Felipe Calderón “ya terminado, acabado”, sin ninguna posibilidad de ofrecer resultados tras cinco años de fracasos.
Tan dura la realidad que difícilmente puede golpearse a los que están contra la estrategia presidencial. Se entiende, por ejemplo, que un colmilludo priista, senador por Sonora, Manlio Fabio Beltrones Rivera, se pronuncie con todo en favor de la batalla emprendida por el presidente Calderón y su gobierno. No olvidemos que Manlio Fabio, en su momento de gobernante allá en el norte, fue ubicado en la lupa de la opinión pública por la prensa norteamericana –El New York Times en especial-- por sus presuntos nexos con el narcotráfico o protección a grupos criminales. No quiere decir que lo haya hecho, pero se coloca una manta para que no se ventile ese pasado que aunque hecho de lado por los tiempos, cualquier tufo en este momento le afecta. Así entendimos su declaración, nunca sincera, una maniobra de la política. ¿Qué no va a conocer Beltrones si fue secretario particular de Fernando Gutiérrez Barrios, que en sus tiempos en la DFS era esa institución la que cuidaba a las organizaciones y que el tráfico de drogas no se saliera del control? Como que se entiende, pues, que Manlio se vista de blanco.
¿Qué le van a hacer a Fox desde el gobierno? Ya sabemos que le van a responder, pero este hombre haciéndose el maje o no nunca metió al país en una guerra sin fin, incluso en sus evidentes acciones que confundían a la política con lo rupestre desafiaba a la potencia norteamericana y a su amigo George Bush. No se sometió tan abiertamente. En tanto, esta vez Fox fue bien recibido por el mexicano normal, la gran mayoría, que no quiere saber cómo, su único deseo es que se termine la batalla y regresar a su vida normal.
Falta un año al gobierno federal, igual al local; uno va jalando del brazo al otro. Qué se puede hacer. Poco o nada. Este mismo año es electoral; ha iniciado en cada frente partidista. Entre los panistas hay inquietud porque conocen las cifras y saben que no les favorecen, los eventos violentos siguen manejando tanto la agenda y los medios no tienen más remedio que darlo a conocer. Dice una señora amiga: “Llego a casa y prendo el televisor y sólo noticias trágicas, dramáticas, de sangre, y es en el país entero. Es el terror”. ¿Con qué la desmentimos?, diría el querido Toluco.
Allá por 1984-85, escribíamos de que se nos librara a México de algún día ser colombianizado o a Morelos que se enjaliscara o Cuernavaca se guadalajarizara (en ese país, ese estado y esa ciudad iniciaba la dura ruta que hoy nos tiene de rodillas). Luego de 25, 27 años, estamos inmersos, ni cómo negarlo. Hace dos-tres años leíamos un libro revelador de lo que había vivido Colombia –sí, “había vivido”--, cuya autora es la periodista Astrid Legarde, y se titula Pablo El Verdadero, en referencia al capo Escobar Gaviria, líder del Cártel de Medellín, poderosísimo en su momento. Se detallan acciones de todo tipo, incluso terroristas con la ayuda de un miembro del grupo vasco ETA con bombas en autos, en centros comerciales, en edificios públicos, atentados en contra de políticos, periodistas, empresarios. Ya los vivimos, lamentablemente en México. ¿Qué sigue?
En Colombia nunca disminuyó la producción de cocaína, aumentaron los cárteles, pero bajó la violencia. No combatieron el delito pero algo hicieron. Que les pregunten. Dicen que hoy produce más narcóticos que nunca y su índice de violencia debe ser menor –o cuando menos mediáticamente así parece-- que en nuestro país. Incluso hay series televisivas de mafiosos y narcotráfico que se transmiten en toda América y que en México parecen lejanas a pesar de la terrible realidad. Ya vivieron su proceso pero el estado de cosas es similar a cuando Pablo Escobar o peor. ¿Entonces? Quizá algún grupo especial, internacional o local, negoció las condiciones nuevas.
¿A eso se referirán las voces que hablan de Tregua?
Así como la realidad de la violencia es contundente, la misma realidad reprueba la gestión del presidente Calderón en cinco años y los días que faltan no alcanzan para revertir esa condición. Pero más allá de Calderón y su equipo, de su gobierno mismo, se encuentra una sociedad mexicana que de la incertidumbre ha pasado al terror y la siguiente estación no la conocemos ni quisiéramos que llegara. Treguas, negociaciones, pactos, política, lo que sea, porque la realidad sigue encima de la costumbre de vida de una sociedad que ya no aguanta. ¿Exageración? No, eso sólo se aplica a las poses valentonas de los que aprovechan los espacios de los medios para insistir que su estrategia es buena y que no se detendrán. Un punto a favor es que ya se van. En contra hay muchos: ¿Qué otros destrozos harán en, éste, su año de salida? Hay que estar atentos y exigir a los gobiernos en todos sus niveles que cumplan con la sociedad. Mientras…