Para el PRI, carente de nuevos líderes que presupongan un cambio en su quehacer político y en su actuar como partido, Peña Nieto le es útil porque representa un tipo de político no ligado a prácticas del antiguo PRI y tal vez por su carisma y su presencia permanente en los medios de comunicación pueda resultar un candidato ganador para el partido, que tanto desea encontrar la fórmula para regresar a la Presidencia de la república.
La ventaja sobre otros adversarios es enorme: lo separan, de acuerdo con las encuestas, 37 puntos de López Obrador y más de Santiago Creel. Si la selección fuera ahora, no hay duda de que él sería el candidato a pesar de las objeciones que surgieron al principio de su carrera a la nominación del PRI. Se decía que fue hechura de Arturo Montiel y que cubrió la corrupción de su gobierno, que su currículum era débil, que se adelantó a los tiempos normales de la sucesión en su camino a la nominación del partido, que ha gastado millones de pesos en proyectar su imagen, que es el candidato de Televisa, etcétera. Todo eso quedó atrás; su posición como puntero en estos momentos es estable.
Queda un solo problema en el camino, la elección de gobernador del Estado de México. Se decía hace unos meses que con la fuerza que ha adquirido podría fabricarse una elección a modo, es decir, dejar una gente suya a gobernar el estado y proteger su capital político. Pero un partido normalmente aliado con el PRI logró modificar la legislación del Estado de México para que se prohíban las candidaturas comunes o que sea requisito para las alianzas entre partidos tener una plataforma que se hace difícil en esta entidad en que tanto el PRD como el PAN discrepan en varios aspectos. De esta forma, pretenden protegerlo de lo que ha pasado con las alianzas en otros estados. Pero esto vendrá a romper la imagen clara que tiene hasta ahora y pondría la duda de si está sucumbiendo él y su grupo a la tentación totalitaria, es decir, cambiar la ley al estilo Hugo Chávez para estar seguro de que su deseo sea cumplido.
Las elecciones que acabamos de vivir, de los trece gobiernos en donde tres coaliciones lograron ganar la gubernatura de su estado, ha hecho pensar a mucha gente que una alianza entre PAN-PRD haría peligrar la gubernatura del Estado de México. Esto tendría un efecto negativo ya que construiría un serio obstáculo para Enrique Peña Nieto de llegar a la nominación priísta y a la Presidencia de la república.
Sin embargo, hay que analizar lo que realmente fueron las circunstancias y qué papel tuvieron en los resultados de las elecciones a gobernador en los trece estados. Unos consideran que las tres victorias de la alianza muestran que unidos PAN y PRD pueden convertirse en un obstáculo para los priístas y al mismo tiempo sumando los esfuerzos y las fuerzas pudieran lograr una victoria en el Estado de México. Sin embargo, si de trece elecciones tres las ganaron las coaliciones, es una forma un tanto ingenua de ver la situación; yo la veo de otra manera. En los trece estados hubo seis malos gobernadores que perdieron sus elecciones, esto es, no solamente las coaliciones tuvieron que ver en el cambio del partido en el gobierno sino también las malas actuaciones de los gobernadores. Es decir, se ha mitificado el poder de la suma de partidos y empieza a ser motivo de polémica al interior de sus organizaciones, tanto en el PAN como en el PRD, la idea de hacer estas alianzas.
Por otra parte, debemos considerar que las coaliciones en donde ganaron en realidad no ganó ninguno de los dos partidos coaligados; llevaron a tres priístas a la gubernatura, es decir, no habiendo espacio en el mundo oficial del priísmo para esos candidatos, éstos se fueron a buscar una candidatura con otro sello, planteando PRI vs. PRI. Aunado al mal gobernante como el caso de Puebla y de Oaxaca, la presencia de alguien fuera del mundo oficial atrajo votos suficientes para que ganaran los insurgentes pero fue el PRI derrotando al PRI.
Es por eso que yo creo que eliminar por ley las coaliciones, vendrá a ser una mancha muy dura en la personalidad de Enrique Peña Nieto, porque apoyó el cambio de la ley, lo que da la sensación de que sucumbe a la tentación totalitaria y que no tiene ningún escrúpulo para llegar a la nominación. Eso podría marcar un cambio en la opinión pública. Tal vez quienes lo aconsejaron lo orillaron a dar el paso que no debería dar. Porque en estos momentos no tiene problemas al frente a no ser que él mismo se los vaya a crear.