El crecimiento de los grupos criminales organizados, hace obligatorio tener el control de los penales en los territorios que dominan. Así, principian buscando colocar en su nómina al personal clave del sistema penitenciario y de administración de justicia.
De no lograrlo, inician las intimidaciones o acciones directas, y en Morelos ya lo vivimos, cuando un director de la cárcel de Atlacholoaya fue “levantado” y descuartizado para luego arrojarlo por diversas partes circundantes a la zona del presidio, en lo que no pudo haber más que dos razones: se negó a colaborar con alguno de los grupos del poder criminal, o fue más allá en la relación y no les cumplió. O una tercera: un grupo rival hizo el crimen ¿Cuántos funcionarios de distinto rango en esas áreas no reciben constantemente invitaciones amables, forzadas o de plano ataques? Ya no es igual. Así como creció impresionantemente el número de reos en el país, lo hicieron las organizaciones y cambiaron de delitos, desde los comunes que ya parece de párvulos a pesar de su gravedad, hasta los de la delincuencia organizada que tanto combaten y con tan poco efecto los gobiernos.
La metamorfosis de las condiciones de un sistema. De ahí que la detención, arraigos, encarcelamientos, procesos y lo que quieran de los funcionarios carcelarios de Piedras Negras, Coahuila, o los de Cieneguillas, Zacatecas, igual en hipótesis que de Cuautla, Atlacholoaya, Jojutla o Jonacatepec, deben someterse a exhaustivas revisiones por parte de las autoridades mayores, porque “las razones” de los grupos criminales rebasan la disciplina, los juramentos y anexas. Si el director de Piedras Negras dice que para abrir las puertas de par en par del penal, al dejar salir a 131 presos, en su mayoría de delitos federales, obedeció a que tenían a su familia completa, donde viva, en cualquier lugar del territorio nacional, bajo su poder, y en vías de quitarles la vida. Ante esas cosas, si a San Pedro le piden que abra las puertas del cielo al Chapo, al Lazca o al Viceroy, les pone hasta la servidumbre en la entrada con las más caras viandas que puedan existir. Bueno, chance y hasta hagan un rodeo, cantinas de pueblo, bandas de pasito duranguense y norteñas y, por qué no, hasta parque de diversiones con rueda de la fortuna y un carrusel para subirse a los caballitos.
¿Por qué aceptan esos trabajos si no van a actuar con lealtad? No sabemos quién sea el director en Piedras Negras, Coahuila ni su nombre registramos, o el jefe de vigilancia, pero si aquí Morelos está colocado como “foco rojo”, allá como en Tamaulipas y Nuevo León está ardiendo, es una región de hecho donde gobierna el crimen organizado, y tiene a sus líderes y lugartenientes muy cerca.
Es este uno de los temas hermanados con el combate a la delincuencia común y organizada y, sin duda, un asunto de seguridad nacional. Andan sueltos más de cien delincuentes, recientes presos, más de 80 por delitos graves, federales, y si corrieron hacia todas partes, quizá Morelos, Yucatán, Puebla o Guatemala les quede a modo. O lo más viable: si un poderoso grupo los sacó de la cárcel, los tiene operando en su beneficio y la violencia, donde tengan intereses, va a recrudecerse. Aparte, el mensaje a la administración federal que si bien están organizados los cárteles o el que haya sido, unieron al equipo a más gente ruda, muchos ya dados por sí mismos muertos, que se van a rifar.
Por eso lo subrayamos: el trabajo en los penales son de alto riesgo, más allá de controles de confianza, polígrafos y demás. Como ejemplo ponemos lo que haría San Pedro y su bola de llaves en caso que le tuvieran a sus cercanos bajo su control los poderosos criminales. No les queda otra.