Por ello, se logró un IFE compuesto por personas que no se inclinaban por algún partido. Después, vino un cambio de actitud; como el Congreso era el que estaba facultado para nombrar consejeros, empezaron los jaloneos entre partidos y finalmente se estableció un sistema de cuotas partidistas que le quitaba el aspecto independiente a los consejeros y naturalmente esto era en detrimento del concepto inicial de que fuera un IFE neutral. Después, siguió la rutina de que cada fracción política en el Congreso buscara colocar a alguien afín a sus ideologías y de esta manera el IFE se empezó a politizar de alguna manera, siguiendo las líneas partidistas.
Esto se hizo tradición. Cuando viene la renovación de consejeros, tiene que haber un acuerdo político con negociaciones que son al más alto nivel en la Cámara de Diputados para decidir quiénes serán los consejeros. Esto ha llegado a ser tan difícil de negociar que casi en un periodo de un año hemos visto que tres consejeros del IFE no han sido nombrados, es decir, el IFE está funcionando con tres consejeros menos porque no se ponen de acuerdo las fracciones parlamentarias. Esto es ominoso ya que es muy claro que lo que está pasando en la Cámara de Diputados es que están negociando sus posiciones para tener influencia dentro del Instituto Federal Electoral.
Este arreglo ha tenido efectos muy negativos. Recientemente, hubo un incidente que lo pinta de cuerpo entero: la Comisión de Prerrogativas y Partidos Políticos entró en una discusión en la que no hubo acuerdo. Las opiniones estaban tan encontradas que finalmente el consejero Francisco Javier Guerrero Aguirre renunció a presidir y siquiera pertenecer a dicha comisión. La polémica era sobre el control de radio y televisión y naturalmente que esto implica una especie de censura que quieren establecer unos consejeros y a lo que otros se oponen. Los que estaban proponiendo una reforma al reglamento, al que se oponía Guerrero Aguirre, eran Benito Nacif y Alfredo Figueroa. Finalmente, fue Benito Nacif el que fue nombrado presidente de dicha comisión.
Si vemos el espíritu con que se inició el proyecto del IFE, se ve que era buscar un ámbito en la elección, que propiciara un campo equilibrado para que nadie tomara ventajas sobre sus contrincantes. Pero esto ha venido haciéndose cada vez más sofisticado al grado de que está a punto de convertirse en un verdadero sistema de censura. La idea central del reglamento de propaganda, que facultara al IFE para sancionar las estaciones que entrevisten a candidatos o servidores públicos que tengan la posibilidad de presentarse en una elección. Ésta es una de las cosas que ha causado problemas con los comunicadores y con muchos intelectuales por considerarla una forma de censura, la que creíamos que ya habíamos superado. Estamos a punto de tener una especie de “Big Brother” que vigile no sólo a los candidatos sino también a los medios de comunicación.
En todos los países y en todos los tiempos, la entrevista a posibles candidatos o funcionarios ha sido siempre un instrumento periodístico muy importante. Que se quiera reglamentar sería limitar las posibilidades de análisis de las personas que están en posibilidades o buscando abiertamente una posición a un puesto de elección popular.
Hay una gran diferencia entre tener un proceso electoral equitativo y entrar directamente a la censura y limitar las posibilidades de candidatos y de personalidades que es la función de los medios de comunicación. Es necesario que se vea desde el IFE que más que las consultas entre los grupos políticos, debería haber un mayor contacto con la sociedad y explorar el sentimiento que se va formando acerca de un IFE censor que no es el espíritu con que se creó esa institución.
Hay cosas que se tienen que explorar, no solamente es la actuación del IFE sino la formación, la integración de este cuerpo por los diputados. Cuando los intereses políticos empiezan a presentarse como fundamento de la toma de decisiones en materia electoral, entonces se está saliendo de lo que inicialmente se consideró debía ser este instituto. Es tiempo de que se maneje en forma diferente; primero, elegir a los tres consejeros faltantes ya no por cuotas políticas, sino analizando las capacidades de cada uno de los posibles candidatos a estos puestos tan importantes.