La propuesta de Ley en materia de Humanidades, Ciencia, Tecnología e Innovación (HCTI), a pesar de sus buenas intenciones, no identifica las metas y procedimientos para que la investigación en HCTI apoye efectivamente al desarrollo nacional sustentable. Aquí se presentan datos y razonamientos que podrían ayudar a superar esas deficiencias.
Según el PNUD[1], el lento crecimiento económico de América Latina (AL) se relaciona con su baja productividad, debida a deficiencias en la asignación de recursos que, a su vez, reducen el aprovechamiento de la tecnología y se acompañan de gran desigualdad social. En cambio, los países asiáticos recién industrializados (NIE) [2], han tenido altas tasas de crecimiento, un uso eficiente de la tecnología y menor desigualdad en la distribución del ingreso[3]. Estas diferencias entre NIE y AL se han explicado por una mayor simetría de sus cadenas productivas y una mayor inversión en desarrollo tecnológico que ha generado un mayor valor agregado de su producción [4].
En la referida propuesta no se establecen las oportunidades y restricciones de la economía mexicana dentro del marco del TMEC, ni se mencionan los problemas de la migración y sus remesas como fuente principal de divisas, que si bien, contribuyen a mejorar el nivel de consumo, casi no resultan en inversiones productivas. Tampoco se analizan las causas probables de la desigualdad económica, como es la marginación del 60% de informalidad de la fuerza laboral, por una débil oferta de empleo bien remunerado. Una carencia importante es su falta de conexión con las necesidades de investigación en HCTI para que el presente Plan de Desarrollo tenga un efecto positivo en el desarrollo nacional.
Por ejemplo: el programa “Sembrando Vida” ha fomentado la siembra de 100 millones de árboles y ha retenido, sin erogar, más de 10 mil millones de pesos depositados en el Banco de Bienestar, para posible asistencia técnica de los futuros productores agroforestales. Pero no se puede asegurar que los incrementos de la oferta agroforestal beneficiarán a los campesinos, pues no se ha invertido en el adaptación, innovación y difusión de las tecnologías para el desarrollo de las agroindustrias rentables, controladas por los propios productores.
En el tema de la transición hacia una economía sin petróleo, se reconoce la necesidad de la investigación en fuentes alternas de energía, pero se omite la necesidad de sustituir cerca de cinco millones de toneladas de plásticos petrolíferos por bioplásticos derivados de la agricultura. Tampoco se reconoce la necesidad de promover la tecnología minera e industrial para el aprovechamiento del litio como recurso estratégico para la industria automotriz, basada en vehículos eléctricos, a pesar de que este tema es materia clave de los acuerdos del TEMEC.
Estas y otras deficiencias podrían ser subsanadas si la llamada Agenda Nacional en HCTI fuera elaborada en función de una reflexión y análisis entre las dependencias del Poder Ejecutivo y los sectores productivo y académico. Pero la integración del Consejo Nacional de Ciencia, dominado por los representantes de trece secretarías, indica que la nueva función del Consejo de HCTI será más bien subalterna de dichas dependencias, sin poder mejorar las estrategias para que México pueda alcanzar la prosperidad y la justicia social.
En conclusión, esta propuesta tiene buenas intenciones, pero, carece del marco económico y social para orientarlas y no ofrece el método para corregirlo. Como dice el proverbio, “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”.
[1] Fernández-Arias, E., & Fernández-Arias, N. (2021). https://www.latinamerica.undp.org/content/rblac/en/home/library/human_development/the-latin-american-growth-shortfall–productivity-and-inequality.html (consultado en enero 18, 2022).
[2] NIE = Newly Industrialized Countries, entre los que destacan: China, Sudcorea, Taiwán y Singapur
[3] Schmiegelow, M. (1992). The Asian newly industrialized economies: a universal model of action. Civilisations. Revue internationale d’anthropologie et de sciences humaines, (40-1), 133-171. https://doi.org/10.4000/civilisations.1682.
[4] Viniegra Beltrán, C., & Viniegra González, G. (2012). Simetría, sinergia e innovación para la competitividad y el desarrollo económico de México. Políticas de educación, ciencia, tecnología y competitividad, 317-343.