La base de los partidos es, precisamente su base, aunque redunde. Y ésta según la estructura priista son los comités seccionales, alma y motor de este partido. Pocas veces consultada, con descuido y olvido a fuerza de costumbre porque no había con quién competir, en el 2000 la realidad los tomó de la solapa y los zarandeó. Ni así entendieron que había que empezar desde abajo, de la base. Han pasado casi tres sexenios, uno complicado con un PRI prácticamente abandonado desde su fuente de energía que era el Ejecutivo, con un gobernador sin una vocación partidista, no sabemos si siquiera militante como era Jorge Carrillo Olea, y dos sexenios a cargo del Partido Acción Nacional, hasta que la marea roja del 2009 hizo que reaccionaran.
Bien. ¿Y qué sigue? Armar la estructura, les respondían los que saben. ¿Y cómo? Bueno, a partir de la base, desde los seccionales. Cuando iniciaron esta tarea la tormenta se avistaba cerca. No lo van a lograr: primero cada uno de los aproximadamente 900 seccionales del Estado y luego los 33 comités municipales. En medio de una golpiza mediática que difícilmente va a cambiar el rumbo y los resultados de la contienda electoral el año que entra, los priistas de arriba, de abajo, de en medio, taloneaban. Y ya están: los seccionales están registrados y ordenados y la noticia que va más allá y ratifica que no se duermen en sus laureles: 28 municipales se lograron vía el consenso y los cuatro restantes por usos y costumbres. No hubo sangre aunque en este tipo de eventos siempre hay sentidos y uno que otro descalabrado políticamente.
En la tarea participan, lo repetimos, todos los priistas que operan en cada piso, alcaldes, legisladores, regidores y, obviamente, el comité estatal que encabeza Amado Orihuela Trejo. Éste, calificado como político de pocas palabras, subrayada su condición regional de productor de la tierra y por ende vestido por algún sector en varios tonos que iban del rupestre al serio, ha enseñado que los adjetivos irán y vendrán pero no es lo que se creía: opera bien.
Les vienen otras tareas, como el Consejo Político que partiendo de los seccionales y municipales, se entiende que han entendido que pueden ponerse de acuerdo. Y de ahí lo que sigue; las decisiones en nominaciones. En estas hay pisos que van del primero, pasan al tercero y de ahí hasta el cinco o sexto, los que gusten. Y entramos en los terrenos que los adversarios del PRI gustarían sucediera hoy mismo: que los dos que están en el primer piso se den con lo que tengan. ¿Quiénes son ellos? Es ociosa la respuesta, todos los ven y lo saben, incluidos los que pregonan que van arriba en el juego y buscan afanosamente meter la bola 7, 9 o si se puede la 13 que sería la segunda posición en el Senado. ¿Más claro?
Hacemos una breve lista de los pisos a llenar con candidatos:
Gobernador.
Dos Senadores.
Cinco diputados federales.
Dieciocho diputados locales.
Treinta y tres presidentes municipales.
Treinta y tres síndicos municipales.
Entre dos y seis regidores por ayuntamiento darían el promedio que ustedes gusten, 66, 90, 120, 200…
Y, si ganan, posiciones de administración.
Dentro de la batahola que desesperados les tratan de armar, los priistas se han ocupado en desenterrar sus comités seccionales y municipales, quitan polvo a las sillas de los consejeros políticos y lustran los pisos donde tendrán que enfrentar a sus propios demonios internamente,
Una luz se advierten: comienzan a ponerse de acuerdo y saben que no obstante su actual fuerza política y partidista son, clara y contundentemente: oposición al gobierno.
No es ni la ruta ni la posición que gusta a los que los van a enfrentar, pero se reafirma que la tarea aunque complicada, funciona. Que la hagan y esperen únicamente acontecimientos. Se han enterado, ya para cerrar, que van adelante y que la ventaja puede ser ampliada, que todo depende de su trabajo y que funcionen condiciones de prudencia donde el objetivo sea el bien común. En una palabra: el destino inmediato de los priistas es solamente de ellos. Los factores externos, las oposiciones, van a darles con todo, se nota, pero los números son precisos.
Dirían los que gustan de aderezar charlas callejeras, en este caso a los naturales rivales priistas, que están en lo suyo y hacen bien: “Ni moverse, porque duele más”. O en palabras del jefe del clan familiar: “Si un milímetro queda fuera, ¡será en contra de mi voluntad! ¡Toda!”, en referencia a cuando había que comerse un taco de cabeza de res con don Marce, frente al viejo reloj del mercado “Benito Juárez. No sean mal pensados.