Tal dimisión podría eliminar la posibilidad de que Luis Miguel Ramírez Romero, coordinador del GPPAN, se convierta a partir del primero de septiembre en presidente de la mencionada Junta, dándole paso a un periodo más a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Para conseguir lo antes dicho (que el PRI repita al frente de la Junta Política), Rufo tendría que adherirse a la bancada hoy encabezada por Julián Abarca Toledano. Es decir: durante varios días, mientras se define al próximo presidente de la Mesa Directiva del Congreso, el jojutlense participaría en un montaje como diputado independiente, pero después se volverá priísta.
Este escenario fue expuesto ayer por Ramírez Romero quien, a través de un comunicado oficial, señaló su respeto a la decisión de Villegas Higareda, de quien dijo que no es miembro activo o adherente del PAN. Con jiribilla agregó que “no hay una ruptura, ni con el coordinador, ni con ninguno de los diputados de Acción Nacional”, quedando abierta la posibilidad de acuerdos políticos con él. Y mencionó lo importante: “Estamos consientes del riesgo con respecto a la Junta Política, pero no nos quita el sueño. Hay otras cosas que también se tendrían que resolver, como la elección del nuevo presidente de la Mesa Directiva. El riesgo de un cambio de legislador a otra bancada es permanente. Sin embargo, no sólo debemos referirnos al riesgo de que un diputado panista se pase a la bancada del PRI, sino que cualquier legislador haga lo mismo con respecto de otros grupos parlamentarios. Estoy tranquilo porque Acción Nacional no se rige por la coyuntura…es mucho más que una Mesa Directiva o una Junta Política”.
Consideró que, aunque existió la legítima posibilidad de que él estuviera al frente de la Junta Política, también han estado latentes los eventuales acuerdos entre el “G-5” y el PRI, a fin de modificar la Ley Orgánica del Congreso, frente a un GPPAN constituido por seis diputados, y colocar al frente del multicitado órgano de control a quien se les pegue la gana. “Nosotros no podemos empeñar nuestro capital político, nuestra disciplina y nuestra historia como Partido a una situación totalmente circunstancial; por eso no nos quita el sueño el riesgo de perder la Junta Política”, concluyó Luis Miguel.
La determinación de Rufo se veía venir desde hace varias semanas. A finales de junio se reunió en el hotel “Fiesta Inn” con la mayoría de miembros del grupo parlamentario del PRI, pero llamó la atención su diálogo, por espacio de una hora, con Amado Orihuela Trejo, precandidato a la presidencia estatal del partido tricolor. Aquella ocasión fue notorio su sometimiento a los designios de Orihuela y Fernando Martínez Cué, quien coordinó las deliberaciones. Para entonces ya había trascendido el ansia de novillero del ex policía ministerial. Pretendía defenestrar a Luis Miguel Ramírez Romero, ignorando que dentro del PAN, ante las crisis, los blanquiazules se cohesionan y siguen adelante de manera monolítica. El saltimbanqui legislador se metió entre las patas de los caballos, llegando su indisciplina al seno del Consejo Estatal panista, donde se decidió iniciarle un proceso de expulsión. Rufo no tuvo de otra y prefirió renunciar. Hoy que le vale gorro el PAN, todo podría ocurrir con él, inclusive su adhesión al GPPRI. La pantalla de “diputado independiente” será efímera.
Tocante a decisión de Villegas Higareda es importante retomar una de sus declaraciones vertidas ayer. Me refiero al hecho de que Adrián Rivera Pérez, senador panista, “lo presionó” para atacar a la administración de Manuel Martínez Garrigós, en Cuernavaca, lo cual rechazó. Así las cosas, según lo expresado por el jojutlense, Rivera Pérez pudo haber movido los hilos al interior del Comité Ejecutivo Estatal del PAN, a fin de lograr su expulsión y prolongar la guerra declarada por varios grupos blanquiazules a Martínez Garrigós, precandidato natural a la candidatura gubernamental priísta. Es decir: la lucha por la gubernatura ya inició teniendo como su punto de partida al Congreso.
Mientras todo lo antes descrito sucede, el Legislativo sigue aproximándose al primero de septiembre sin acuerdos en torno al futuro presidente de la Mesa Directiva. Yo sostengo lo escrito hace varias columnas: al “G-5” y al PAN ni les beneficia, ni les perjudica la permanencia de Othón Sánchez Vela en su actual posición. Más pronto de lo que imaginan confirmarán el escaso nivel moral de los más importantes líderes del tricolor en el multicitado órgano legislativo.