Trascribí parte de un ensayo publicado bajo su autoría en la revista Nexos correspondiente al pasado mes de agosto, titulado “Los hoyos negros de la estrategia contra el narco”, donde analizó cada uno de los cuatro principales objetivos de la guerra declarada en diciembre de 2006 por el gobierno federal en contra del crimen organizado y su avance hasta hoy. Dichos objetivos, en términos generales, fueron: 1. Fortalecer las instituciones de seguridad. 2. Disminuir, detener o evitar el consumo de drogas. 3. Desarticular a las organizaciones criminales. 4. Recuperar los espacios públicos.
De aquel trabajo hoy retomaré el siguiente fragmento. “El gobierno ha avanzado en el objetivo de desarticular las bandas criminales. ‘Desarticular’ significa literalmente ‘desorganizar’ o ‘separar en partes’. ‘Desarticular’ una organización criminal no implica desaparecerla, sino fragmentarla. Para ‘desarticular’ a los cárteles, las autoridades han puesto en práctica una política de detenciones y decomisos. Los capos casi siempre son detenidos después de ‘meses de trabajo de inteligencia’ y, cuando es posible, extraditados. Invariablemente, estas detenciones generan olas de violencia que pueden durar semanas o meses, y con frecuencia culminan en la escisión del cártel descabezado, lo cual propicia el nacimiento de nuevas organizaciones”, escribió Guerrero Gutiérrez.
Efectivamente, amables lectores. El gobierno ha avanzado en el objetivo de desarticular las bandas criminales. El pasado 30 de agosto se difundió con bombo y platillo, por parte del gobierno federal, la aprehensión de Edgar Valdez Villarreal (La Barbie), en Lerma, Estado de México, “después de 12 meses de trabajo de inteligencia” a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, cuyo titular es Genaro García Luna. Sin embargo, muchos, muchísimos mexicanos vimos en vivo, por la televisión nacional, a un Edgar Valdez Villarreal sonriendo sarcásticamente luego de ser presentado ante los medios de comunicación por altos comisionados de la Policía Federal.
Entonces preguntamos: ¿Por qué ríe La Barbie? Hoy sabemos la causa de esos breves momentos hilarantes. Simple y sencillamente reaccionó así al escuchar la versión de que dicha corporación federal lo detuvo “tras una investigación de 14 meses”, cuando otra información, contenida en un parte de novedades de la propia Policía Federal, difundido por el diario “La Jornada” el 2 de septiembre, reveló que La Barbie fue detenido por viajar a exceso de velocidad en un auto compacto y rebasar así a un convoy de efectivos federales. Fue un chiripazo, pues. Además, para aderezar el contexto de incredulidad todavía prevaleciente alrededor de aquella captura, este lunes se difundió que Valdez Villarreal pudo haberse entregado a las autoridades mexicanas dos semanas antes de dicha aparición pública (Reporte Indigo).
Es así como llegamos a anteayer, cuando la Armada de México logró la aprehensión de Sergio Enrique Villarreal Barragán (alias El Grande), en una zona cercana al centro de Puebla. El contralmirante José Luis Vergara, director de Comunicación de la Marina, de manera oportuna declaró ayer que el éxito se debió a “diez meses de trabajos de inteligencia” y rechazó que La Barbie haya proporcionado información alguna para detenerlo. Ni duda cabe: la Marina se deslindó sobre cualquier especulación respecto de alguna delación por parte de Edgar Valdez Villarreal, en virtud de que el horno de la incredulidad no está para bollos. Vergara destacó que el detenido tiene un nivel jerárquico similar al de Edgar Valdez Villarreal en el cártel de los hermanos Beltrán Leyva, pero reconoció que existía una fractura entre El Grande y el actual líder de la organización, Héctor Beltrán Leyva (alias El H), tras la muerte de su hermano Arturo Beltrán Leyva (El Barbas) en Cuernavaca, el 16 de diciembre de 2009. Todo el clan operó durante tiempo indeterminado en Morelos.
Si como dice Eduardo Guerrero Gutiérrez, las estadísticas disponibles revelan importantes reacomodos delincuenciales después de estas “desarticulaciones”, entonces todo puede suceder en nuestra entidad, inclusive el cobro de derecho de piso que, según se dice en ámbitos policiacos locales, ya empezó en algunas avenidas importantes al oriente de Cuernavaca y entre destacados restauranteros. Lo peor sería el arribo de extorsionadores en masa. Que Dios nos agarre confesados.