Don Lauro Ortega Martínez, gobernador de Morelos durante el sexenio 1982-1988, solía decir en forma por demás pragmática: “Si un funcionario o político quiere ayudar al pueblo, lo hace de inmediato, pero si le gana la indiferencia, mejor ni acercársele, aunque pudiera caer en la simulación, que es equiparable a la corrupción”.
Para continuar con este tema debo referirme al libro “Mexicanidad y esquizofrenia”, de Agustín Basave (Editorial Océano, México, 2010), donde leemos el excelente prólogo a cargo de Roger Bartra, antropólogo, sociólogo, escritor, ensayista y profesor emérito de la UNAM, quien pone el dedo en la llaga, al igual que lo hizo recientemente el poeta Javier Sicilia -desde Cuernavaca para el mundo- cuestionando a políticos, partidos y supuestos servidores públicos. Escribió Bartra: “Hay quienes están convencidos de que el origen del atraso socioeconómico y político se encuentra en las instituciones, y que el remedio no puede ser otro que la modificación de los soportes legislativos, que adolecen de un vicio de origen: fueron diseñados para fundar un sistema autoritario que no se apoyaba en una legitimidad democrática”.
Y añade: “El problema aquí consiste en que, para modificar la estructura constitucional del país, es necesaria una racionalidad que no parece ser una de las peculiaridades de la clase política y las élites empresariales. Ciertamente, no hay mucho que nos permita confiar en que las élites políticas sufran un insólito ataque de racionalidad. Más probable es que, ante tensiones sociales o políticas, hagan de tripas corazón y acepten con cierta tolerancia ponerse de acuerdo para remendar un poco los segmentos más descosidos o gastados del tejido constitucional”.
Esto sucedió precisamente en nuestra entidad federativa, justo cuando el movimiento social a cuyo frente se colocó el poeta y escritor preocupó sobremanera a las élites. Surgieron entonces varios mecanismos de intercepción, desde Bucareli, con la participación de quienes hace unas cuantas semanas no podían ni siquiera saludarse en Morelos (algunos de esos personajes quieren llegar a la gubernatura morelense). La realidad social y la espontaneidad de la sociedad civil los colocó entre la espada y la pared, optando por cohesionarse, aunque negando su naturaleza. Dejaron a Javier Sicilia funcionalmente aislado. En fin.
Sin embargo, algo consiguió el escritor y periodista: que su “asunto”, derivado del artero asesinato de su hijo Juan Francisco y seis personas más (el 28 de marzo en el fraccionamiento Brisas, de Temixco), tuviera acceso a la agenda gubernamental, para lo cual fue indispensable satisfacer tres requisitos: 1) El múltiple homicidio captó la atención de la opinión pública nacional e internacional; 2) Infinidad de sectores sociales mexicanos y otros ubicados en el extranjero demandaron algún tipo de acción; y 3) Ante los ojos de muchos, muchísimos mexicanos se situaron el gobierno federal y el estatal para asumir, quizás a la fuerza, su respectiva responsabilidad.
“La conflictividad actual o potencial de un asunto en la comunidad política es el factor que favorece su expansión y difusión. Asuntos inofensivos, que no desatan enfrentamientos, quedarán circunscritos en su localidad y pasarán sin ser vistos. Sólo demandas, asuntos, reivindicaciones, problemas, actual o potencialmente conflictivos, son los candidatos. Acontecimientos sociales que sirven de mecanismos de disparo, como son catástrofes, cambios tecnológicos, sucesos económicos, crímenes, elecciones, etcétera; y actores sociales que se encargan de convertirlos en cuestiones y ofrecer su primera definición; son los iniciadores, el primer paso del trayecto hacia la conformación de la agenda” (Luis F. Aguilar Villanueva, “Problemas públicos y agenda de gobierno”. Editorial Porrúa, México, 1993).
Mientras persiste todavía la incredulidad social sobre el sistema de recompensas auspiciado por la PGR, mediante el cual se gratificará a quienes proporcionen datos fidedignos para localizar a los presuntos asesinos de Juan Francisco y seis personas más, el Ejército Mexicano realizó ayer varios cateos y aprehensiones en Cuernavaca y otras regiones morelenses, algunos de ellos con excesos. Hasta donde estoy informado, la milicia avanzó en la investigación iniciada desde el 28 de marzo por la Procuraduría General de Justicia de Morelos y continuada después por la PGR. Cuando se corra el velo habrá sorpresas entre propios y extraños. Si el presidente Felipe Calderón Hinojosa quiere reivindicarse ante la sociedad morelense y quienes en otras regiones mexicanas han estado pendientes del “Caso Sicilia”, no se detendrá ante nada, ni nadie. Tope lo que tope, caiga quien caiga. Se acerca el crujir de dientes.