Asimismo, es importante subrayar que fuera de nuestro país y en la mayor parte de la provincia mexicana, cuando alguien alude a Cuernavaca no contempla tan solo a la capital de una entidad federativa específica, sino a todo el Estado de Morelos. Así debemos entender la mención de nuestra ciudad en la nueva advertencia de viaje.
Por lo demás y según vemos las cosas, el Departamento de Estado seguirá manipulando a su antojo las alertas, ante lo cual no quedará de otra más que acostumbrarnos, evitar sobresaltos y exabruptos. Sí debería ser preocupante para las autoridades estatales, sobre todo los funcionarios adscritos al Desarrollo Económico y el Turismo, porque la posición del Departamento de Estado, en el caso de las escuelas de español, dañó sobremanera la economía local. Y tocante a la seguridad pública, la responsabilidad de quienes constituyen los tres niveles de gobierno es evitar la impunidad y la simulación en el combate a las células latentes del crimen organizado.
Los documentos emitidos por la oficina de Hillary Clinton en mayo y septiembre fueron iguales (la nueva es idéntica). Tuvieron la misma introducción: “Desde 2006, el gobierno mexicano emprendió un amplio esfuerzo para luchar contra las organizaciones delictivas trasnacionales (TCO por sus siglas en inglés). El TCO, por su parte, se ha compenetrado en una lucha feroz por controlar las rutas del tráfico de drogas y otras actividades delictivas. De acuerdo con cifras del gobierno de México 34 mil 612 personas han sido asesinadas en actos violentos relacionados con los estupefacientes desde diciembre de 2006, un incremento de casi dos tercios en comparación con 2009. La mayoría de muertos en actos de violencia relacionados con las drogas ha sido de las TCO’s. Sin embargo, personas inocentes fueron asesinadas, al igual que miembros de la policía mexicana y del personal militar”.
Si comparamos las alertas de mayo y septiembre de 2010 con la más reciente encontramos una pequeña diferencia en lo siguiente: a Guerrero y Morelos se les asignó un capítulo con su respectivo subtítulo destacado en negritas. El texto es casi idéntico tocante a Guerrero: “Usted debe tener mucho cuidado al viajar por la parte noroeste del estado de Guerrero. No tome el camino peligroso, aislado por Ciudad Altamirano, a las playas de Ixtapa y Zihuatanejo, y tenga cuidado al viajar en la carretera costera entre Acapulco e Ixtapa debido al riesgo de bloqueos y robos de automóviles”. E igual cuando se enfoca hacia Cuernavaca: “Numerosos incidentes de violencia relacionados con los estupefacientes se han producido en la ciudad de Cuernavaca, en el Estado de Morelos, un destino popular para estudiantes de idiomas de América”. Y ya.
Luego arremete contra Acapulco, cuyo “centro y sus alrededores han visto un aumento significativo de la violencia relacionada con los estupefacientes en el último año. Los incidentes han incluido tiroteos a la luz del día y algunos han dado como resultado la muerte de personas inocentes”. Sin embargo, el exhorto dirigido a los ciudadanos estadounidenses marca una distinción entre el Acapulco viejo (el centro) y Punta Diamante, donde “la ciudad no se ha visto afectada por el aumento en la violencia”. Aquí el Departamento de Estado se convirtió en una agencia de viajes.
El problema para nosotros es que volvió a colocarnos casi a la par de otras zonas plagadas por el crimen organizado. El 17 de noviembre de 2009, gracias a la intervención del senador Graco Ramírez, el entonces embajador de EUA, Carlos Pascual, rechazó que el gobierno de su país haya emitido una alerta de viaje a ciudadanos norteamericanos para extremar precauciones en caso de viajar a Cuernavaca, en el Estado de Morelos. Fue mentirosillo, pues.
De acuerdo a lo informado por Graco, la Embajada de EUA negó que el gobierno estadounidense hubiese emitido algún aviso a sus connacionales para evitar trasladarse a Cuernavaca y en general a Morelos. El senador agregó que esa fue la respuesta a una solicitud de información enviada por él a Carlos Pascual.
Asimismo, Edward McKeon, ministro consejero para Asuntos Consulares de la Embajada de Estados Unidos en México, respondió que, en relación con el “travel warning” emitido por el Departamento de Estado el 10 de septiembre de 2010, y que citó ciertos incidentes violentos en Cuernavaca, “se habrá de reconsiderar tal condición si se modifican las condiciones de seguridad en un plazo de seis meses”.
Se nota, pues, que cualquier avance en materia de seguridad -en la capital morelense y otras regiones- no satisface a los diplomáticos norteamericanos, como tampoco lo hacen muchísimas políticas públicas aplicadas por las autoridades mexicanas en la voluble relación bilateral.