Allá y entonces la Cámara de Senadores empezaba a analizar la Iniciativa de ley de seguridad pública turnada por el presidente Felipe Calderón, donde, entre otras cosas, se establecía la cadena perpetua a secuestradores. Y en Morelos arrancaron los trabajos de la Mesa para la Reforma de Estado. Paralelamente, el dirigente del Colegio Nacional de Economistas urgió una reforma política que permitiera construir mayorías sin anular la presencia de las minorías, así como una reforma económica que modificase el actual modelo, obsoleto e injusto. Hasta la fecha, ninguno de esos procedimientos legislativos ha fructificado.
Lo que sí observamos en el horizonte mexicano no es un proceso de “mundialización” más o menos homogeneizado, sino la imposición de los intereses de un pequeño grupo de naciones dominantes y poderes fácticos sobre el conjunto de los mercados en las distintas naciones del orbe. En México se vive el colapso de un modelo económico diseñado para preservar privilegios. Es un modelo atrofiado, injusto, incapaz de rescatar a la nación del tobogán de la descomposición. En este sentido, el impacto de dicho modelo económico en la estructura social está siendo desastroso. Pareciera que las más altas esferas políticas y oficiales de este país ignoran el enorme riesgo que implica reclutar a nuestros jóvenes para el Ejército y enfrentarlos luego a sangre y fuego con los jóvenes que recluta la delincuencia. Pobres contra pobres.
Agregó Ángel Buendía Tirado aquel 20 de febrero de 2010: “La nación huele a pólvora y a pobreza, y esa mezcla, lo queramos reconocer o no, es angustiosamente peligrosa. La fuerza de las instituciones republicanas no se recupera con el acero de las armas. Se construye con mejor democracia”. Duras palabras, aplicables hoy por todos lados. Hacia donde volteemos hay pobreza, así como la inequitativa distribución del ingreso, la proliferación de cinturones de miseria, desempleo, delincuencia común y organizada, etcétera. Además, al caldo de cultivo descrito añadiré otro factor de precariedad: la parálisis de casi todos los municipios mexicanos, cuya principal característica es la dependencia absoluta del gobierno federal y los gobiernos estatales, así como la falta de fondos para satisfacer las necesidades sociales en ese segmento que demagógicamente se denomina “la célula básica del sistema político mexicano”.
En más de lo mismo comentaré que el crimen organizado sigue reclutando a pobres para confrontarlos con las fuerzas federales. A continuación un botón de muestra. La Secretaría de la Defensa Nacional descubrió anteayer al sur de Ensenada, Baja California, el plantío más grande de mariguana en la historia del país. Se trata de una extensión de 150 hectáreas cubiertas con mallasombra para evitar ser detectadas durante reconocimientos aéreos de militares. El Ejército consideró que este decomiso en El Rosario representa un “golpe contundente” a la delincuencia organizada. También se destruyeron 120 toneladas de mariguana que habrían alcanzado un valor superior a 160 millones de dólares de haber llegado al mercado estadounidense. No trascendieron datos sobre detenidos, pero es obvio suponer que quienes estaban al cuidado del cultivo eran miembros de la sociedad rural reclutados para tal fin.
Mientras tanto, el presidente Felipe Calderón, frente a un reducido grupo de multimillonarios, afirmó anteayer que “los mexicanos tienen una deuda permanente con las fuerzas armadas”. Y anunció un nuevo programa de becas para hijos de soldados, marinos y policías. El plan, denominado Bécalos por su valor, consta de una cantidad de 75 millones de pesos aportados en su mayor parte (45 millones) por el gobierno federal y 30 millones por el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN) y la Fundación Televisa, junto con la Asociación Mexicana de Bancos, sólo que en el último caso provendrán de aportaciones de usuarios de cajeros automáticos. Una piscachita (bastante ofensiva) que indudablemente significará un auténtico refrigerio para miles de elementos de las fuerzas federales.
En contraste, el pasado 3 de julio Reforma difundió que el Ejército suple sus deserciones y engrosa la tropa con jóvenes que viven en el campo. En lo que va de la actual administración, la Secretaría de la Defensa Nacional reporta un promedio diario de 24 soldados que abandonan sus filas, puestos que son ocupados, en su mayoría, por habitantes de las zonas marginadas del país, reconoció el general Sergio García Vera, subdirector general de Personal de la Sedena. En entrevista, indicó que los soldados son la base de la estructura militar y se captan del campo para asegurar que estén el mayor tiempo posible en las filas castrenses, pues son los jóvenes que mejor responden a los beneficios que otorga la dependencia. “Hay un proceso de reclutamiento en toda la República, principalmente en las áreas marginadas y económicamente vulnerables para captar los recursos humanos necesarios para integrarse al Ejército como soldados”, expuso. Reveló que en lo que va del sexenio su oficina reporta un reclutamiento de 80 mil 808 elementos (hasta el 20 de junio), en su mayoría soldados, el rango con menos jerarquía en la milicia. En ese periodo, dijo, se han registrado 40 mil 391 deserciones. ¿Pobres contra pobres en México desde diciembre de 2006 hasta ahora? ¿Usted qué opina, amable lector?