Sin embargo, en los meses transcurridos del año 2010 los cuernavaquenses y el resto de la sociedad morelense hemos recibido varios acicates, producto de la guerra declarada por el gobierno federal en contra del crimen organizado. Me parece que la amarga y estresante experiencia debe hacernos voltear retrospectivamente hacia épocas pasadas, cuando, indiferentes, vimos modificadas nuestras costumbres, el arraigo y la cohesión social.
Lo escribí ayer, pero debo repetirlo hoy: todos, absolutamente todos estamos obligados a evitar una mayor degradación de la imagen de Cuernavaca, dentro y fuera de México. En lo personal, estoy dedicado a responder cada uno de los correos electrónicos, cuyo contenido tergiversa la realidad de Cuernavaca o pretende destruir nuestra capacidad competitiva frente al resto de la República. Esta debe ser una tarea de la sociedad en su conjunto, mientras las autoridades competentes, vinculadas al fomento turístico o a la seguridad pública, hacen lo propio. De no estar cumpliendo eficazmente con su responsabilidad, la historia se encargará de colocarlos en el lugar que merecen: la ignominia.
El horno, pues, no está para bollos. Nuestras principales actividades económicas, asociadas a la industria turística, están gravemente lesionadas. Y eso que representan una de las mayores fuentes generadoras de empleo, divisas y estímulo a la inversión y al crecimiento económico. De por sí, los morelenses tenemos nuestra propia problemática, a la cual adicionamos el contexto mundial y nacional caracterizado por la globalización de los mercados, la gestión del conocimiento, un acelerado cambio tecnológico y una creciente movilidad de personas. Estoy refiriéndome a una actividad vulnerable, pues es altamente influenciada por sucesos económicos, políticos, climatológicos y de inseguridad pública. Así que, ahí se lo dejo de tarea, amable lector. El exhorto es para contribuir, de boca en boca, a mejorar la imagen de Cuernavaca.
Cambiando de tema me referiré a algunos reacomodos experimentados por el Congreso del Estado después de la remoción de Jorge Arizmendi García como coordinador del grupo parlamentario del PRI y presidente de la Junta Política y de Gobierno de dicho órgano colegiado. Su relevo, David Salazar Guerrero, diputado local por el X distrito de Zacatepec, se reunió ayer con los siete legisladores tricolores que lo apoyaron y contribuyeron a defenestrar a Arizmendi. El escenario: un conocido hotel ubicado en la lateral del libramiento de Cuernavaca, donde fue perceptible la fuerza de Amado Orihuela Trejo, principal aspirante a la presidencia estatal del PRI, sobre el grupo. Por cierto, Orihuela llegó al lugar alrededor de las 11:00 horas, después de haberse reunido con alrededor de 200 representantes sociales provenientes de diferentes regiones morelenses. Sigue echado para adelante hacia una candidatura unificada o una consulta a la base militante.
Ahí nos enteramos respecto a futuros movimientos en el grupo parlamentario del Partido Acción Nacional, hasta ayer todavía comandado por Luis Miguel Ramírez Romero, y del cual pretende escindirse Rufo Antonio Villegas Higareda, para pasar a engrosar la bancada parlamentaria del PRD o del PRI. Villegas se reunió ayer a temprana hora con Guillermo del Valle Reyes, “ex” de muchas cosas en Morelos y el Partido Revolucionario Institucional, aunque por la tarde trascendió que también pudo haberse reunido con Amado Orihuela Trejo en el hotel mencionado.
De llegarse a consumar, la salida de Rufo provocará un grave descalabro al liderazgo de Luis Miguel Ramírez Romero, poniendo en riesgo su llegada, el primero de septiembre próximo, a la presidencia de la Junta Política y de Gobierno del Congreso. Me parece que el jefe del GPPAN no ha notado los intereses que ya se mueven en el recinto legislativo de Matamoros para obstruirle el paso. A ver.