Los dos últimos, amén de asistir como panistas distinguidos, acudieron con el carácter de ex presidentes municipales de Cuernavaca. Su discurso tuvo un objetivo evidentemente preelectoral: mantener la campaña iniciada por el partido blanquiazul en contra del alcalde cuernavaquense Manuel Martínez Garrigós, tras las elecciones intermedias de 2009, cuando allá y entonces venció a Sergio Álvarez Mata, otro de los más importantes “cuadros” panistas, también senador de la República y, quizás, precandidato a la gubernatura morelense en 2012, si Adrián Rivera Pérez lo permite.
La justificación para convocar a los medios fue emitir “una alerta” frente a la solicitud crediticia hasta por 600 millones de pesos autorizada por el Congreso local a Martínez Garrigós, recursos que serán destinados a mejorar la infraestructura básica de nuestra ciudad y crear una nueva. Sin embargo, el escenario fue el mismo que algún día tuvo como principal protagonista a Sergio Estrada Cajigal, presidente municipal de Cuernavaca en el trienio 1997-2000, cuando el Ayuntamiento, al disponer de un excelente presupuesto y fuentes de financiamiento externas, pudo “romper paradigmas”, ejecutar obras importantes y llevar a cabo una intensa labor de mantenimiento en todas las colonias.
Antes de que Estrada Cajigal fuera postulado por Acción Nacional como candidato gubernamental, escuché decir a Alfonso Pedroza Ugarte, su principal operador: “Nuestro programa de obras ‘paradigmáticas’ nos llevará a Palacio de Gobierno”. Y no se equivocó, aunque años más tarde el “Caso Gemtel” ubicaría a Pedroza en la ignominia. Sobra decir que Estrada Cajigal enfrentó por igual a detractores priístas, dentro y fuera del Cabildo, obstinados en bloquear el desarrollo cuernavaquense, lo cual no cambió y pudimos confirmar cuando, una vez ganada la jefatura del Poder Ejecutivo, el mandatario electo fue acotado por el Congreso local con alrededor de 32 reformas a la Constitución Política de Morelos que le cerraron el margen de maniobra otrora al servicio de los gobernadores priístas. Quienes promovieron esos cambios constitucionales “al vapor” fueron connotados personajes del PRI, entre quienes destacaban Juan Salgado Brito y Víctor Saucedo Perdomo. El primero ya no es priísta y ahora respalda a López Obrador, mientras el segundo aspira a ser el próximo presidente del PRI-Morelos. Todo tiene antecedentes.
Dicen Castañón, Rivera Pérez y Giles que el endeudamiento con el Banco del Bajío, institución que supuestamente dará a Cuernavaca el crédito de 600 millones de pesos, “colapsará al gobierno municipal en los próximos años”. Esto, según sus vaticinios, empezará a suceder a partir del año 2012. Y Rivera Pérez recordó que cuando él fue alcalde pretendió contratar un crédito por 200 millones de pesos, pero el Cabildo no lo autorizó por ser inviable. Empero, olvidó decir que jamás pudo conciliar intereses dentro de ese cuerpo colegiado, pues la posición de las autoridades panistas estaba dañada por una pésima conducta personal y señales de corrupción.
Lo expresado por Germán Castañón Galaviz sonó más congruente. Indicó que “el 48 por ciento de las participaciones federales que recibe Cuernavaca se encontrarían, desde ahora y durante los próximos 15 años, comprometidas a favor del Banco del Bajío, como parte de las garantías del crédito”. Pero lo anterior es una práctica común en los ayuntamientos mexicanos que optan por fuentes de financiamiento externo. El endeudamiento se hereda a las siguientes administraciones.
El problema para Martínez Garrigós es su posición como precandidato gubernamental del PRI, ante lo cual, desde la perspectiva de sus opositores, es necesario minarle su capacidad de resistencia y frenarlo. Esto jamás sucedió con Noé Sánchez Cruz, alcalde de Temixco en el periodo 2003-2006, a quien la certificadora Fitch concedió capacidad de pago cuando la realidad financiera del gobierno municipal era distinta. Le fue autorizado un importante crédito con Interacciones, que endeudó a la Administración para trienios posteriores, pero nadie desde la cúpula panista vislumbró que Sánchez Cruz, algún día, abandonaría las filas de su partido. El colmo es que sólo Samuel Palma César, precandidato a la dirigencia estatal del PRI, haya sido el único en defender al alcalde de Cuernavaca, corroborándose así la delicada división interna del partido tricolor.