No lo describe o reseña… Más bien lo interpreta, lo recrea, y así, paradójicamente logra comunicarnos una mejor versión, una más profunda y justa visión del general revolucionario; silenciosamente, sin discursos, se desliza, se adentra en él, jugando como niño inteligente, permitiéndonos así, conocer la obsesión de Zapata por un tigre.
Víctor dialoga con él, como poeta, como amigo de Zapata, “si el poeta eres tú”; lo acaricia con afecto su pincel, lo pinta como un visionario de su muerte por traición, en Chinameca.
Y ante lo inevitable, Víctor plasma y así atrapa, el último aliento de Zapata, no como imagen fácil, más bien Góchez intenta con esto un acto mágico, atrapar su aliento y en él, su alma revolucionaria. Y de esta manera sutil, Víctor Góchez nos regala sin proponérselo, una esperanza.
*En estos días el maestro Víctor Góchez expone su obra alusiva al Caudillo del Sur,
en el restaurante Casa Gabinlondo, en la calle de Comonfort, en el centro de Cuernavaca.