Partimos en la primera parte de este artículo de la siguiente definición de reciclar: “someter repetidamente una materia a un mismo ciclo, para ampliar o incrementar los efectos de este”. (Microsoft® Encarta® 2007. © 1993-2006). Vimos un ejemplo con la infidelidad de los padres y algunas posibilidades que eligen los hijos(as) para repetir algo y ver más de sus desagradables efectos y de otras posibles soluciones. A lo mejor, decíamos, en un desafío con sus progenitores de encontrar una mejor solución al problema de ellos en sus propias vidas o para copiarlos en una lealtad amorosa inconsciente que los atrapa en “repetir la historia” generación tras generación.
Es importante recalcar que los ejemplos son para mostrar la enorme influencia que tiene la manera en la que vivimos nuestra vida con nuestros hijos. Pero hay muchos más ejemplos. Además de que no sólo se recicla lo negativo, lo malo o lo enfermo, sino también lo bueno, lo positivo, lo sano. Como sea, un hijo(a) atrapado(a) en reciclar no está siendo libre ni feliz, tanto lo que hacemos bueno hay que elegirlo como lo malo asumirlo con responsabilidad.
Todos reciclamos los problemas de nuestro hogar de origen y especialmente los que se dieron entre nuestros padres. Tomamos partido por uno o por otro o buscamos soluciones alternas. Es una tendencia inconsciente que tiene la finalidad de mantener unida en la mente a la pareja de los padres. Por lo tanto, es con el fin de proteger su vínculo del que procedemos y el cual deseamos no se rompa, pues es nuestra garantía de supervivencia. Y como luego lo pasamos a nuestros hijos, es algo que se pasa de generación en generación. Una familia de alcohólicos suele tener hijos alcohólicos y hasta nietos alcohólicos, por ejemplo. Se reproducen los patrones de comportamiento y se copian las maneras del progenitor con el que nos identificamos más, ya sea por afecto o por estrategia (para vencer únete al más fuerte). Entonces ¿es evitable? ¿Podemos no reciclar nuestros problemas a nuestros hijos, si ya de por sí somos recicladores de nuestros padres?
Nuestra herencia no la podemos borrar absolutamente. Inevitablemente se nos van a colar actitudes positivas o negativas de nuestros padres. Pero esto de reciclar es más complejo, es “como si” buscáramos aportar una solución particular a los problemas que “según nosotros” tuvieron o tienen nuestros padres. Es un intento de “corregirlos” o de “compensarlos”, pues si ellos mejoran o los consolamos, nos mantenemos seguros.
Para evitar que nuestros hijos reciclen nuestros problemas lo mejor es resolverlos. Y luego ayudarlos a percatarse de que no deben seguir nuestros malos pasos. Es difícil porque lo que se enseña a los hijos no es lo que se dice, sino lo que se predica con el ejemplo. Por eso para realmente ayudar a nuestros hijos a no reciclar es hacer consciente nuestra herencia reciclada y resolver la razón por la cual quisimos “arreglar las cosas entre papá y mamá”. Algo así como: “Te perdono papá por abandonarnos e irte con otra mujer. No te justifica, pero ahora sé que no todos los hombres son así y yo no lo tomaré de pretexto para ser uno de ellos (si es un hijo) o no formará en mí la convicción de que ‘los hombres te usan y te dejan’ (si es la hija). Acepto la situación, de la cual no soy responsable y me resigno a dejarla como está y no usar mi vida para demostrar nada al respecto”. Volvemos a hacer hincapié en que el tema de la infidelidad es un ejemplo. Las parejas pueden entrar en conflicto por muy diversas razones: por violencia intrafamiliar, por alcoholismo, por sumisión acomodaticia, por miedo, por desamor, por falta de participación económica, por abandono, etc.
Ahora bien, es difícil identificar la manera particular de solución que estamos actuando en nuestra vida como un reciclaje del problema de nuestros padres. Además es difícil deslindar a nuestros hijos de su deseo de completar, resolver o desafiar nuestra forma de resolver o no resolver nuestros problemas. Un tratamiento psicoterapéutico es ideal para darnos cuenta de cómo formamos parte de una cadena de reciclaje y cambiarla. Aportar libre y conscientemente nuestra manera de vivir y escoger lo que vivimos y no hacerlo empujados por el dolor de lo que a nuestros padres les pasó o les pasa, así como la forma específica en que nos trastornó a cada uno. Acercarse a comprender nuestro inconsciente, cómo funciona y recontar nuestra propia historia puede abrirnos a identificar la manera en que reciclamos y al liberarnos de esa necesidad, libraremos a nuestros hijos.
No es al cien por ciento porque nuestro pasado forma parte de nosotros y formará parte de nuestros hijos, pero ese ya es su destino y allá ellos, les tocará sanearse como lo hacemos nosotros. Lo importante es no dejar que toda nuestra mugre se recicle en ellos y excusarnos: “es que así fueron mis padres”, “es que lo que a mí me tocó vivir”, “es que yo soy así porque sufrí mucho”, etc. cuando en realidad al llegar a ser adultos es ya nuestra elección y responsabilidad si reciclamos y hacemos reciclar. Por eso mejor inicia tu psicoterapia, conócete, déjate convertir por Dios, examínate a ti mismo y cambia.
*Mtra. Ruth Holtz, Terapeuta psicocorporal, Analista bioenergética, Psicoterapeuta psicoanalítica.
Orientadora cristiana.
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