“Puedo decir que aquí (en México) he ensanchado mis horizontes, trabajando con pasión en el campo que he elegido, el de la investigación. Mi vida aquí ha sido dichosa y llena de estímulos. En fin, desde el primer día he sentido que pertenecía para siempre (qué palabra tan definitiva, y sin embargo, es la justa) a esta tierra suya y ahora también mía”.
Así respondió, en una parte de una larga entrevista que tuvo lugar en 1995, el sabio italiano Gutierre Tibón al poeta y crítico de arte Miguel Ángel Muñoz, al ser cuestionado acerca de
cómo se sentía, cuatro décadas después de haber llegado a México.
El diálogo forma parte del libro Gutierre Tibón. Lo extraño y lo maravilloso, publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) en el año 2009, una antología preparada por Muñoz, quien ha sido el único escritor ocupado en mantener vigente la obra editorial del desaparecido académico.
Hace 5 años, Muñoz publicó dos títulos al respecto y ahora, en 2014, volverá a presentar un par de nuevas ediciones del legado escrito dejado por Tibón.
Hace década y media, el 15 de mayo de 1999, tuvo lugar en Cuernavaca la desaparición de Gutierre Tibón, otra figura señera en la cultura, dado que, dos semanas antes, había fallecido el escritor Ricardo Garibay.
“Este libro lo hice como un acto de gratitud y de volver a poner en circulación su trabajo. Sus libros se siguen reeditando, sus diccionarios de nombres y apellidos, en fin, hizo muchos aportes, no sólo históricos, sino filológicos y lingüísticos a nuestro país”, dijo Muñoz ante la aparición del volumen Gutierre Tibón. Lo extraño y lo maravilloso, como lo informó el Conaculta.
Deslumbrado por su sabiduría y agradecido por sus enseñanzas, el poeta, historiador y crítico de arte Miguel Ángel Muñoz “rescata” en un libro el trabajo del investigador italiano Gutierre Tibón (Italia, 1905– México, 1999), quien fue uno de los estudiosos de México más brillantes y respetados, añadió la institución.
Y acerca de la charla, refiere el entrevistador: “La última parte del libro es una entrevista muy larga que mantuve con él durante más de dos años. En ella, el lector verá cómo Gutierre Tibón fue evolucionando desde su llegada, en 1940, cómo cambia su visión sobre México, de ser un extranjero a sentirse un ciudadano mexicano, cómo fue descubriendo y redescubriendo los pueblos indígenas de México, hasta los últimos días de su vida. Es como un registro de la memoria de un hombre que observó detenidamente nuestro país”.
Para Miguel Ángel Muñoz, el nombre de Gutierre Tibón remite a términos como amistad, curiosidad, erudición, humor y enseñanza. Fue su maestro y admite que gracias a su influencia decidió estudiar Historia y hacer su tesis de licenciatura sobre la relevante labor que Tibón había realizado en México.
“Después me fui por otros caminos, por el de la historia del arte, y durante un tiempo dejé esa tesis. Ahora la retomé a 10 años de la muerte de Gutierre y lo hice como para saldar una deuda, como testimonio de una amistad entre un alumno y un maestro”, dijo Muñoz hace un lustro.
*RESISTENCIA HEROICA A SER ENCASILLADO
Durante la presentación de la obra, en el Palacio de Bellas Artes, uno de los invitados, Hugo Gutiérrez Vega, opinó que Miguel Ángel Muñoz logró un hermoso, inteligente y ameno libro.
“Las tres virtudes son difíciles de juntar, que incluye una erudita introducción, una bien organizada antología y una entrevista en la que Gutierre aparece de cuerpo entero y en la que resaltan todas las facetas de su personalidad y la narración de su paso por un mundo convulsionado, de su llegada a México y de su enamoramiento por el país, su historia y sus constantes contradicciones”.
Gutiérrez Vega precisó que mucho es lo que le debemos los mexicanos a Gutierre Tibón y este libro documenta las razones de ese agradecimiento. “Por su amplitud de miras, su curiosidad infatigable y su profundo conocimiento de muchos y muy variados temas, fue al mismo tiempo un renacentista y un ilustrado del enciclopédico y libertario pensamiento iluminista”, dijo.
En su turno, el narrador Francisco Conde Ortega se refirió al libro como un trabajo rigurosamente concebido y pacientemente llevado a efecto. Sobre Tibón, aseguró que se trata de un filólogo en la más vasta extensión de la palabra.
“En efecto, Gutierre Tibón advirtió muy pronto que ese amor por las palabras es un punto de partida, supo claramente que las palabras ocurren en un tiempo y que ese tiempo está lleno de ecos que se transforman en signos, que ese tiempo está en consonancia con un lugar y que ese lugar determina condiciones, hábitos y señas de identidad, y que el tiempo y lugar necesariamente carecerían de sentido sin ese hablante único y múltiple que busca empecinadamente su espacio en ese territorio compartido de la condición humana”.
Álvaro Matute, quien tuvo a su cargo el prólogo del libro, destacó la capacidad del investigador italiano para involucrarse de manera apasionada en diversas disciplinas. “Gutierre Tibón sabía más y más de más y más cosas. Es una de esas grandes personalidades que se resistieron heroicamente a cualquier posibilidad de ser encasillado en un compartimento estanco, reducido, y de ahí su grandeza”.
Finalmente, Bernardo Ruiz dijo que la publicación era un acontecimiento significativo porque consigna una muestra de su trabajo como punto de partida para internarse a las diversas especialidades a las que consagró su vida este autor.