Lo mismo podía tratarse de música del Barroco, que composiciones creadas por autores alemanes o del repertorio de la Orquesta Sinfónica de Londres. La potencia de las voces metálicas cautivaba a sus escuchas por completo, en un intenso recorrido de musicalidad internacional.
El conjunto estrenó nombre, dado que la agrupación poblana mayor a la que pertenece, por decreto del actual gobernador de esa entidad, a mediados de abril cambió de denominación, tras 12 años de ostentarse como la Orquesta Sinfónica del Estado de Puebla (OSEP).
El Ensamble de Metales de la Orquesta Filarmónica 5 de mayo, nació debido a la necesidad de formar una agrupación cuyo objetivo fuera interpretar piezas instrumentales de esa naturaleza.
Cabe decir que la orquesta se fundó en mayo de 2002 y, en el 2011, realizó una reestructuración integral de la agrupación, incorporando a ella músicos nacionales y extranjeros de gran nivel, llegando a su conformación actual de 80 músicos en escena, entre ellos, los instrumentistas del ensamble.
Dirigido por el maestro Fernando Lozano –quien alternó en la batuta con algunos de los músicos-, el concierto de música de cámara inició con unas Fanfarrias tocadas por 13 instrumentos, entre ellos el corno, el trombón, la tuba y las trompetas.
De manera didáctica, el director del ensamble explicó después que la suite que interpretarían –en un nuevo número- estaba estructurada en dos coros, que dialogarían arriba del escenario, y que esa modalidad de interacción de los instrumentos fue una invención del compositor italiano Giovanni Gabrieli, “fue el primero en hacer eso”, dijo, para dar paso a las formaciones de 4 y 6 instrumentos.
Aunque el director anunciaba, al principio de cada nueva interpretación, cuántos movimientos integraban la composición, el público diverso que lo escuchaba no entendía que eso significaba que tenía que esperar hasta el final para poder aplaudir la ejecución. Con resignación, luego de varias interrupciones en las diversas piezas, el director dijo finalmente de manera sonriente: “pueden aplaudir si quieren”.
Un primer momento de intensidad musical –aunque un tanto decepcionante- durante el concierto, tuvo lugar cuando se anunció la interpretación de Nabuco, la famosa ópera de más de 150 años de edad, integrada en cuatro actos musicalizados por Giuseppe Verdi; y está de más decir que los acordes de Va pensiero, ante la potencia sonora instrumental, se desarrollaron con vigor, pero perdieron emotividad.
Antes del intermedio, los músicos anunciaron que en la segunda parte del programa darían
sorpresas, lo que hacía suponer la ejecución de temas más populares y próximos.
Así fue, al retornar a escena, el ensamble presentó de manera espléndida “ritmos andinos al estilo de la región de Oaxaca”. Sonoros aplausos festejaron que hubiera inundado la atmósfera del recinto con resonancias del estado sureño.
Lo más celebrado fue el arreglo de bolero del istmo “Naela”, así como el número de despedida, el danzón “Elodia”, en donde los músicos empezaron a hacer alarde de su virtuosismo, de manera individualiza, al llevar la voz cantante o realizar solos dentro de la interpretación. Al público lo invitaron a pararse para bailar si así lo deseaba.
De manera divertida, en el encore que pidieron los asistentes, los músicos “bromearon” entre ellos, cuando cedieron el lugar a un trompetista, mientras se iban retirando del escenario, y al final de la ejecución de laMacarena, el músico se daba cuenta de la soledad en que lo habían dejado. Todo el público para él que lo veía divertido, y al querer huir era regresado por sus compañeros que retornaban para agradecer el último aplauso.