La originalidad es el sello que ha acompañado la obra del poeta, narrador y ensayista Eduardo Lizalde (Ciudad de México, 1929). Este 14 de julio, fecha en que cumplió 85 años de vida, sus colegas lo celebraron y reconocieron en él a uno de los más grandes poetas de México.
Para la escritora Margo Glantz, el autor de “El tigre en la casa” es, junto con Gerardo Deniz, uno de los poetas vivos más destacados que tiene México. “Lizalde ha escrito libros fundamentales que son verdaderamente importantísimos para la poesía en México. Es uno de los más grandes poetas que tenemos”.
A decir del también poeta Homero Aridjis, la obra de Eduardo Lizalde es de las más originales en México. “En la actualidad es uno de los poetas más importantes de México y de Hispanoamérica. Su contribución a la poesía mexicana es muy notable. Cuando llegué al Centro Mexicano de Escritores conocí a Juan José Arreola y a Lizalde, con quienes jugaba ajedrez. Creo que ha desarrollado una brillante trayectoria, además es uno de los pocos poetas melómanos que tenemos, con una enorme cultura musical. Deseo que llegue a los 100 años y poder celebrar su centenario”.
Lizalde es apodado El tigre, por la frecuencia con que ha utilizado al felino en su obra. “Es una figura fascinante desde los tiempos bíblicos hasta la etapa actual y no creo que haya un escritor que omita mencionar al tigre. El tigre es la imagen de la muerte, de la destrucción y, además, de la belleza; es solamente un instrumento metafórico”, ha dicho el poeta.
El editor, ensayista y poeta, José María Espinasa ha dicho que pocas veces el pesimismo nos parece tan lleno de vida y el dolor transfigurado en energía, como aparece en la literatura de Lizalde. “Es un poeta mucho más diverso y rico en matices de lo que nos hace pensar su estilo más conocido. Ese hombre de cultura que, gracias precisamente a la cultura, da una dignidad a la invectiva, al epigrama y, por qué no, al insulto. Pocos poetas consiguen esa conjunción de lo bronco y lo refinado”.
Eduardo Lizalde fue un lector precoz que a los seis años de edad ya leía novelas de Salgari, Verne y Kipling. A los 11 comenzó a pergeñar sus primeros poemas, a aprender métrica y a interesarse por la poesía. Leyó a los clásicos, a los modernistas y a recitar de memoria versos de Rubén Darío, de Antonio Machado, de Amado Nervo y de los de los poetas de la generación del 98. Más tarde descubrió a los grandes autores mexicanos.
Estudió Filosofía y Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en la Escuela Superior de Música del INBA. También estudió canto y composición en la escuela nocturna del Conservatorio Nacional y fue profesor de literatura española, mexicana y latinoamericana en la UNAM.
Entre su obra se encuentran La mala hora (1956), Odesa y Cananea (1958), Cada cosa es Babel (1966), El tigre en la casa (1970), La zorra enferma (1974), Caza mayor (1979), Memoria del tigre (1983), Tercera Tenochtitlán (1983); edición aumentada con el título Tercera Tenochtitlán (1983-1993), 1999; ¡Tigre, tigre! (1985), Antología impersonal (1986), Tabernarios y eróticos (1988), Rosas (1994), Otros tigres (1995), Nueva memoria del tigre, antología poética 1949-1991 (1995) y El vino que no acaba. Antología poética (2011), entre otros.
Eduardo Lizalde, quien actualmente se desempeña como director de la Biblioteca de México del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, ha dicho que su poesía es amarga, crítica, violenta y hasta ofensiva. “No me reconozco como un optimista ni un creyente de la felicidad, pero de la felicidad he disfrutado, por su puesto”.