Qué bueno que no la vi en el cine, me hubiera sentido miserable por haber tirado así el dinero. Mi sugerencia, si quieren medio entretenerse un rato, es conseguir la versión pirata. Sobra decir a cuál me estoy refiriendo: Los Indestructibles 3. Un churro.
Sabemos de antemano que cuando sale Stallone en una película, de inmediato salta a la vista quién es el bueno, el malo y cuántas toneladas de balas van a gastar. Y de explosiones en racimo, para qué les cuento. Todas sus películas de guerra han sido y siguen siendo así. Pero antes, cuando no estaba tan adulto mayor, le echaba más ganas; se rifaba más.
Sin duda alguna Stallone encabezó toda una camada de actores que, sobra decirlo, sólo tiran golpes, patadas y usan metralletas: Sylvester, Arnold Schwarzenegger, Jean Claude Van Damme, Chuck Norris, Mel Gibson, Steven Seagal y Dolph Lundgren; los principales, e hicieron, aunque hubo muchos ardidos, su época y su emporio. No había más que de dos: mamados con armas y mamados karatecas. Esa era la fórmula y pegó, como pegaron los vaqueros y las ficheras.
¿Qué pasó entonces con Los Indestructibles 3? Pues, lo mismo que pasa con la gente que ha vivido muchos años: se hicieron viejos. No es lo mismo hacer matazones cinematográficas cuando tienes 30 ó 35 que cuando tienes casi el doble. Primero, estaban de moda, y segundo: tenían el divino tesoro de la juventud. Se veían bien y le echaban más galleta a sus escenas, se movían mejor. Por eso llamaban la atención sus churros. Estaban en primer plano luciéndose bonito, y todo lo demás, atrás de ellos, simplemente complementaba dando el remate. Ahora sucedió lo contrario: todo lo que estaba atrás (escenografía, dobles, extras, montones de recursos visuales y muchos actores segundones) los apuntalaron para que no se vieran tanto sus carencias físicas. Aunque saltaron a la vista, bárbaro.
Por ejemplo. En Rambo IV, de lo más destacable físicamente, de Stallone, fue el sprint que se avienta cuando va a estallar una bomba de la era del caldo, abandonada. Se la crees. Además, tenía veinte años que Rambo no se mostraba al público y creó cierta sensación. Fue buena la estrategia. En esta última quiere repetir la carrera pero siente que ya no llega; todo un derrumbe lo secunda para que no se note tanto.
A partir de los Indestructibles, las leyendas tienen que echar mano de una fórmula forzosa: buscar gente joven para sus repartos, que se mueva bien, y… hacer… lo que en los ochentas-noventas todas estas luminarias del cine de balazos y patadas (por estar en la cima individual) ni siquiera se hubieran tomado la molestia de considerar: juntarse para sobrevivir cinematográficamente. Hoy fue un pacto de rucos y no les quedó más. Pero sí les quedó mal.
Para nada estoy contando la trama (aunque por mala bien merece ser revelada) pero en esta última versión se juntan tantos que no caben en la película; nada más hacen por cachitos, dan probaditas de tamal. En mi opinión, un Jet Li, aunque ya esté cáscara sigue siendo un buenazo de las artes marciales. No lo pudieron desperdiciar más porque no supieron cómo. ¿Qué hacía el doble de Antonio Banderas intentando chafamente (y apoyado por manojos de tomas para hacer atractivo el combate, con la edición) “pelear mejor” que Li? Un absurdo.
A Harrsison Ford, le arman, no sé por qué, una persecución aérea en la que se confirma su decadencia (porque el señor, físicamente no puede hacer absolutamente nada), la desesperada necedad de reafirmar a las reliquias: antes era el legendario piloto del Halcón Milenario. Ahora lo vemos pilotando un helicóptero destartalado, como él. Parodia de homenaje.
Cantidad de efectos visuales y una exagerada edición de las peleas, son la esencia fílmico-narrativa de los Indestructibles 3.
Como ya se mencionó, el mérito de Stallone es haber tenido la visión de juntar a los injuntables de aquel entonces. Pero ahora hay una enorme segmentación de mercado. Antes alcanzaban unos cuantos ídolos fisicoculturistas, sin playera, para asombrar y cautivar a toda una generación (la mía, por ejemplo). Ahora entre los chavos, si los mamados ya no figuran ni motivan, los rucos, estimado Sly, menos.
Allá ustedes si van a verla.