Un día que entrevisté a Vicente Gandía en su casa de Cuernavaca, aceptó de buen modo la comparación que le hice, cuando le dije que muchos de sus cuadros eran como haikús visuales.
Sentado en el interior de su hogar -y no en el legendario jardín al que todo mundo se refiere cuando habla de este artista-, Gandía escuchó que esa comparación se debía a la sencillez de los espacios que recrea en sus lienzos, pero con un sentido poético, en donde pueden aparecer flores en las esquinas de una casa o bien mesas y sillas en algún jardín.
En ese mes de noviembre de 2003, aceptó la comparación y hasta explicó el sentido de ese haikú: “Sí trato de quitarle elementos, es decir, cuando se es muy joven tienes una gran cantidad de preocupaciones, angustias, gentes, motivos, pero según vas envejeciendo las cosas son mucho más claras y definidas, y hay como pocas cosas, pero sólidas, ese sería el haikú”, respondió.
Acerca de la contemplación de los colores, el artista recomendó: “El color es emoción, entonces, investiga dentro de ti, y veras que tú no eres el mismo todos los días, ni todos los momentos. Puedes estar negro o puedes estar luminoso”.
También admitió, a pregunta expresa, que a través de su arte buscó suscitar una emoción entre los espectadores, y lamentó que “si la gente nada más ve las flores y las cosas así, muy sencillas, pues lo vio de una manera superficial; pero si reflexionas un poco, sobre todo lo que tiene eco dentro de ti, veras que hay mucho más”, explicó.
Vicente Gandía aceptó durante esa entrevista que su vocación por la pintura la descubrió en México, pues llegó al país en 1951, cuando apenas tenía 16 años de edad.
Acerca de las etapas que, como artista, había atravesado, dijo: “reafirmar el oficio, buscar dentro de mí mi realidad y mi verdad, no dejándome seducir por las modas ni por las corrientes”.
Al final de la charla, expuso: “tú no puedes hacer nada por tu pasado, te pueden fastidiar y molestar los fantasmas, pero ya no puedes arreglar nada; y tampoco puedes controlar el futuro. Lo único que tenemos en la mano es hoy, ahora. Si el aquí y el ahora es congruente y te fajas y lo realizas en serio, puede que el futuro sea mejor, pero también es desconocido, no sabemos nada”.