Los seres vivos son clasificados en la actualidad gracias al científico sueco Carlos Linneo, quien hizo observaciones, anotaciones y profundos estudios que fueron la base de lo que hoy conocemos como la taxonomía o ciencia de la clasificación.
Linneo realizó estudios de botánica en la Universidad de Uppsala en 1728, donde actualmente sigue siendo la sede de miles de estudiantes de biología y otras áreas.
Es difícil imaginar que alguien tuvo la paciencia y la cautela para hacer las observaciones de las características que hacen distintos a los seres vivos. En aquella época, quizá Carlos Linneo pasaba el mismo tiempo observando plantas que nosotros hoy inmersos en las redes sociales. El mérito de ser un exquisito observador ha sido reconocido ya que Linneo es considerado el padre de la taxonomía y, en Suecia su rostro está en los billetes de 100 coronas.
Dentro de sus estudios y libros, Systema Naturae publicado en 1735, es uno de los más conocidos. En él se describen las bases de la taxonomía y fue donde Linneo clasificó a los seres vivos en tres reinos: animalia, vegetalia y mineralia. El sistema que utilizó está basado en nombres binarios, es decir, en un género y descriptor específico; por ejemplo, Homo sapiens, el humano racional. Dicho sistema aún es empleado como base en el lenguaje científico.
Actualmente los seres vivos se dividen en tres dominios: Archaea (unicelulares), Bacteria y Eukarya. Gracias a las herramientas tecnológicas y computacionales recientes tenemos una clasificación más precisa. Dichos estudios involucran el contenido biológico para diferenciar a cada organismo utilizando el ADN (ácido desoxirribonucleico) o el ARN (ácido ribonucleico).
En el mundo ideal de Carlos Linneo, todos los organismos podrían estar clasificados dentro de los tres reinos mencionados, pero existe una pequeñísima excepción en nuestro planeta: los virus.
Primer obstáculo de la biología: definir a un virus
Actualmente los virus se definen como agentes infecciosos y aún se debate si son organismos vivos o no, debido a que necesitan de la maquinaria celular (de otro organismo) para su replicación. Una vez que aumentan en número, son liberados al exterior de la célula para infectar otras.
Investigadores e industrias farmacéuticas en todo el mundo continúan la búsqueda de nuevas e innovadoras soluciones para contrarrestar las infecciones causadas por los virus, que pueden ocasionar desde un simple resfriado hasta enfermedades mortales, como la fiebre hemorrágica causada por el virus del ébola.
Siguiendo los pasos de Linneo, debemos nombrar correctamente a los virus para que en todo el mundo hablemos un lenguaje en común al referirnos.
Segundo obstáculo de la biología: clasificar a los virus
A través del tiempo han surgido diferentes intentos de unificar una manera clara de clasificar a los virus. En los primeros intentos, mucho tiempo después de Linneo, en 1962, R.W. Horne, junto con otros científicos, organizó a los virus de acuerdo a las características que los relacionaban, como su simetría, el contenido biológico (ARN o ADN), la presencia o ausencia de envoltura y sus dimensiones; dicho sistema se basó en los lineamientos de Linneo. Unos años más tarde en 1966, surge el Comité Internacional de Taxonomía Viral, el cual se dedica a clasificar, definir y mantener la taxonomía de manera actualizada. El comité ha compilado la mayoría de la información sobre los virus organizada en: familia, subfamilia, género y especie.
En 1971, David Baltimore clasificó a los virus basados en el tipo de genoma. Sin embargo, añadió a este sistema una característica indispensable para la investigación, la fabricación del ARN mensajero (ARNm), el cual es una molécula de ARN que codifica una huella química resultante en la producción de una proteína en específico. Los virus producen el ARNm de manera distinta a partir de su genoma que puede ser ADN o ARN de cadena simple o doble, y el sentido de la cadena positivo o negativo.
En el Departamento de Microbiología y Bioquímica Médica en Uppsala, estudiamos los adenovirus que, de acuerdo a las herramientas de clasificación, pertenecen al Grupo I (doble cadena de ADN) de la Familia Adenoviridae, género Mastadenovirus y especie: adenovirus humano.
Así como otros grupos de investigación, nos dedicamos a vislumbrar los mecanismos moleculares que el virus utiliza para infectar y causar enfermedad. En todo el mundo, el uso de nombres es vital para poder relacionar su clasificación con la replicación viral. Existen dos sistemas que, en combinación, se usan para clasifica: el de Baltimore y el del Comité Internacional.
Desde los estudios de Linneo en 1735, hasta la creación de la clasificación de virus en 1970, ¡han pasado 235 años! Es increíble pensar que el esfuerzo de tantas personas durante todos esos años formó una herramienta utilizada por alumnos y profesores que estudian biología y otras áreas relacionadas.
El poder de nombrar a los virus, hoy en día, habla de todo lo que hasta ahora sabemos.
M. en C. Melissa Navarro García/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Universidad de Uppsala, Suecia. Estudiante beneficiada en el 2013 por el Programa de Becas de Posgrado al Extranjero de la SICyT/CONACyT