La miel puede aliviar los síntomas del resfriado común, la sinusitis, la amigdalitis, la laringitis y la gripe. Pero según la Sanidad Pública británica si se tiene fiebre alta, tos nueva y continua o una pérdida o cambio del olfato o del gusto, podría ser COVID-19, por lo que hay que consultar al médico de inmediato.
¿Sabías que? La miel puede ser mejor que los cuidados habituales, como los antibióticos o los jarabes y medicamentos para la tos de venta libre, para aliviar los síntomas de las infecciones de las vías respiratorias superiores especialmente para calmar la tos.
Lo acaba de confirmar la ciencia, a través de la Universidad de Oxford, en una investigación, que también destaca que estos hallazgos podrían ayudar a frenar la propagación de la resistencia a los antibióticos.
En su revisión, los científicos identificaron 1.345 registros únicos e incluyeron 14 estudios sobre la efectividad de la miel, que según los investigadores presentan “un moderado riesgo de sesgo”, es decir una moderada posibilidad de contener un error sistemático o una desviación de la verdad que causen que sus resultados no sean correctos.
Los investigadores analizaron estudios que compararon el efecto de tomar miel, con el té, pura o mezclada con otros ingredientes, consistente en antibióticos o jarabes y medicamentos para la tos de venta libre, o placebos médicamente inertes (sustancias sin acción terapéutica).
Los estudios involucrados en la revisión y el metanálisis compararon síntomas como la gravedad de la tos, la frecuencia de la tos y la duración de los síntomas de las infecciones.
Desde 2018, el Instituto Nacional para la Excelencia en la Salud y la Atención (NICE) y la Salud Pública de Inglaterra (PHE) recomiendan usar miel para tratar los síntomas de la tos aguda en adultos y niños de cinco años o más y “nuestro trabajo aumenta la base de pruebas” en que se sustenta esa recomendación.
Los investigadores de Oxford recomiendan más ensayos controlados con placebo de alta calidad, que aborden otros síntomas además de la tos, ya que las evaluaciones del riesgo de sesgo de los estudios revisados fueron variables, y las intervenciones con miel y los tratamientos de “atención habitual” fueron diferentes, lo que puede afectar la solidez de la evidencia.