El anuncio del creador de Amazon es un espaldarazo a su aventura espacial encarnada en la compañía Blue Origin. Pero no es ningún paseo triunfal y su futuro levanta muchas dudas
Jeff Bezos está lejos de la concepción clásica que se suele tener de la jubilación. El fundador de Amazon y uno de los hombres más ricos del planeta anunció al principio de este año que dejaba el cargo que había ostentado desde 1994 y a sus 57 años daba un paso atrás. Se retiraba de la primera línea. Pero este empresario no iba a convertir ese paso atrás en una vida más tranquila, sino que ha optado por todo lo contrario. Esta semana explicaba que llegaría al espacio, junto con su hermano, en la primera misión tripulada de su compañía, Blue Origin. Un carísimo vuelo de placer, o esa es la idea, porque las estadísticas dicen otra cosa. Asumirá un alto riesgo que ninguno de sus competidores en esta nueva carrera espacial aún han tomado y en un momento de desarrollo de su cohete que no es el más indicado.
El creador de la compañía con más empleados del mundo hizo público su nuevo objetivo en una publicación en su cuenta de Instagram. El viaje será el 20 de julio, solo 15 días después de abandonar completamente su puesto en Amazon y en el aniversario del alunizaje del Apolo 11. En el viaje irán los Bezos y un tercer tripulante que pagará cerca de 3 millones de dólares. En la cápsula hay espacio para tres personas más, pero la empresa no ha informado de quien serán los otros viajeros. Lo que sí se sabe es el itinerario de esos tripulantes. Un vuelo de menos de 20 minutos que empezará en el desierte de Van Horn, en Texas, en el que los turistas verán la curvatura de nuestro planeta, disfrutarán de la falta de gravedad y regresarán a la Tierra. Un plan de lujo y placer al alcance de muy pocos, pero que tiene otro lado no tan bonito.
El multimillonario justifica su decisión en que es un sueño desde que tiene 5 años y que desea con todas sus fuerzas poder ver nuestro hogar desde otro punto de vista, pero como recuerdan expertos y medios como Time, no es ningún juego. El New Shepard, así se llama la nave en la que volará, ha completado 15 vuelos con éxito, el último en abril de este año, pero todos sin tripulación. Además, para eliminar más riesgos, el viaje será una misión suborbital de subida y bajada, uno de los perfiles de vuelo más seguros que puede realizar una nave espacial. Subirá a 100 kilómetros y bajará para posarse de nuevo. Pero en los 11 minutos que dura el viaje pueden ocurrir cosas, y ocurren. "Todavía están los tanques de combustible gigantes llenos de hidrógeno líquido explosivo y oxígeno líquido, las velocidades supersónicas que alcanza el cohete y el hecho de que los lanzamientos, por simples que sean, a veces terminan haciendo agujeros en el suelo", señalan en Time.
Entre los expertos que han mostrado sus reticencias también está John Carmack, figura de la historia de los videojuegos y fundador de la compañía aeroespacial centrada en experiencias similares a las de Blue Origin, Armadillo Aerospace. Carmack fue muy claro en su cuenta de Twitter. "Bezos definitivamente está tomando un riesgo nada trivial aquí. 15 vuelos de prueba con éxito de un vehículo suborbital novedoso respaldado por todo el análisis que el dinero puede comprar todavía no da una fiabilidad ni del 99,9% de supervivencia". Después matizaba algo su declaración "Estoy totalmente a favor de que las personas tomen riesgos informados. Esto probablemente sea menos arriesgado hoy que ponerse un traje volador ('wingsuit'), y debería llegar al nivel de riesgo del paracaidismo".
Bezos is definitely taking a non-trivial risk here -- 15 successful test flights of a novel suborbital vehicle backed by all the analysis money can buy, still isn't going to give high confidence of even 99.9% survivability.https://t.co/GwVE3L4qJl
— John Carmack (@ID_AA_Carmack) June 7, 2021
Para terminar, daba un último aviso ante la pregunta de si aceptaría ir en el viaje. "Pregunta difícil. Solo apoyándome sobre la base de 15 vuelos de prueba exitosos, no. Tendría que saber mucho más sobre todo el esfuerzo de ingeniería que se está haciendo para tener confianza. Sin embargo, ir al espacio con Jeff Bezos llevaría a una situación digna de asumir un riesgo adicional". Las dudas de Carmack pueden crecer cuando se analizan las estadísticas.
Contando solo vuelos oficiales, hasta 2021 se han hecho 346 vuelos espaciales tripulados, 5 de los cuales terminaron en accidentes fatales o lo que es lo mismo, el 1,45%. Si contamos el número de personas que han salido de nuestro planeta (pasando la línea de Karman, a 100 km de la superficie) son 569 y de esa lista 19 murieron, por lo que se puede decir que el 3,3% de los astronautas han muerto durante un vuelo espacial. Eso sí, muchos astronautas han realizado más de un vuelo por lo que hay que ajustar el cálculo anterior. La cifra de personas que han ido al espacio contando las repeticiones es de 1287, con una tasa de mortalidad del 1,48%. Ese número final puede no parecer demasiado alto, pero si lo comparamos con otros medios de transporte la cosa cambia, pues en coche, autobús o avión, esa cifra está muy por debajo del 0,01%. Los grandes aviones comerciales, por ejemplo, tuvieron 0,27 accidentes fatales por millón de vuelos en 2020.
Todo esto lleva a pensar que el riesgo de que la iniciativa de Bezos no acabe en éxito es más alto de la que podría parecer, aunque no sea el primer turista espacial de la historia sino el octavo, y que hay que tenerlo bastante en cuenta. No es casual que Bezos haya anunciado el viaje para días después de que haya dejado la compañía que fundó e incluso podría generar un problemón para sus herederos con consecuencias más que llamativas si los planes de Joe Biden siguen adelante. En el otro lado de la balanza queda que si sale bien será un espaldarazo para su proyecto.
¿Quién tiene el cohete más largo?
La carrera espacial de los magnates, especialmente los estadounidenses aunque también se han sumado países como Emiratos Árabes Unidos, India o China, es tan dura que a cada paso que daba uno de los rivales el otro tenía que contestar algo más, y el viaje de Bezos puede responder a esta escalada. Sus principales competidores, Elon Musk y Richard Branson, aún no han probado en persona las bondades de sus inventos, pero están cerca de hacerlo y la jugada de Bezos busca adelantarse a todos. El propio Branson, dueño de Virgin, dijo que a finales de este 2021 podría vérsele volar con uno de sus aparatos y el más cauto hasta el momento ha sido Musk. Lejos de sus atrevidas declaraciones, en 2012 le dijo a Time que sus considerables responsabilidades en la Tierra, sobre todo como jefe de SpaceX y Tesla, hacen que un riesgo potencialmente imprudente.
Sin embargo, la pelea por ver quién tiene el cohete más largo lleva años sin parar de crecer. Tanto Musk como Bezos lanzaron sus proyectos espaciales en los inicios de este siglo y han peleado con objetivos parecidos, convertirse en el magnate del espacio e intentar quedar en los libros de historia para la posteridad. Una pelea de multimillonarios (la fortuna del sudafricano alcanza los 168.000 millones de dólares mientras que la del estadounidense supera los 200.000) que por ahora gana el jefazo de Tesla. Este se ha hecho con la mayoría de los contratos públicos, parte clave de la industria aeroespacial, y SpaceX, la empresa que dirige se ha erigido como el mejor amigo de la NASA. Por su parte, Bezos incluso ha llegado a los tribunales para denunciar un supuesto trato de favor de los entes públicos a su rival.
Blue Origin no cuenta con la confianza de SpaceX y eso hace que el jefe de Amazon viva obsesionado con su proyecto espacial burlándose del rival. "Les digo a mis amigos que quieren colonizar Marte que vayan antes a pasar un año a la cumbre del Everest y me digan cómo se sienten. Porque (el Everest) es un paraíso al lado de Marte", afirmó en una conferencia en 2019, sin citar a Musk. En ese contexto se entiende que una vez retirado de su compañía principal y con dinero de sobra para financiar la carrera espacial con la que lleva décadas soñando se tire un 'all in' para darle la vuelta a la tortilla.
La opinión de Fernando Castelló, economista y profesor de ESIC, también apunta a esa jugada que puede resultar un gran impulso para su empresa, a cambio de asumir ciertos riesgos. "Esta claro que desde el punto de vista estratégico, publicitario y de visión de marca, que Jeff Bezos se suba a esta misión es una jugada maestra. Algo que no han hecho sus rivales y a los que se adelanta mostrando confianza en su empresa". Eso sí, el movimiento no es tan sencillo.
Amazon y su herencia
El propio Castelló señala varias ramas que se abren tras el anuncio. Una de ellas es el tema de las aseguradoras, como ya se ha citado, Bezos sería el octavo turista espacial y todo apunta a que el número se va a multiplicar en los próximos años, incluso aunque el viaje no salga del todo bien. Ante esto, las aseguradoras, según explican en Insurance Journal, están aún a expensas de la evolución y todo apunta a que apostarán por exenciones de responsabilidad y "siempre que no haya negligencia grave o mala conducta intencional, si no sobrevive, desafortunadamente, no haya recuperación financiera", señalan en el medio.
Pasado ese cabo suelto otro es el de cómo puede afectar que uno de los hombres más ricos y poderosos del planeta muera en un accidente como este, ante lo que Castelló señala, siempre haciendo "economía ficción", que podría provocar un shock momentáneo pero no grandes cambios a largo plazo. "Uno de los casos en los que nos podemos fijar es el de Steve Jobs y su enfermedad. Es verdad que no es el mismo caso, pero sí que en ese momento vimos una caída momentánea de las acciones de Apple que luego se recuperaron. En este hipotético caso podría ocurrir algo similar. Bueno, para Blue Origin si podría ser un serio problema, pero al final Amazon no es solo su creador". Lo que sí podría ocurrir, según el profesor, es una caída tras el suceso y la propagación de la noticia en redes sociales "ya hemos visto cómo en los últimos tiempos un movimiento en las redes puede afectar al mercado".
Al final son situaciones de ficción como recalca el economista y muy difíciles de prever, incluso teniendo algún caso anterior en el que basarse. En ese juego y si vamos incluso más lejos, y añadimos otras variables, podríamos encontrarnos con una situación más que rocambolesca. Si en las próximas semanas Joe Biden, presidente de EEUU, consigue aprobar su legislación sobre las sucesiones cuyo objetivo es cerrar la brecha que ayuda a los más ricos a transferir gran parte de sus fortunas a sus herederos sin pagar nada de impuestos, y Bezos acaba muriendo en el viaje, sus sucesores podrían encontrarse en un gran problema.
Según publicaba en mayo Bloomberg, con las reglas actuales, las personas que hereden las acciones de Amazon que Bezos compró en 1994 por 10.000 dólares y que ahora están valoradas en 180 mil millones lo haría sin tener que pagar obligación tributaria alguna por ganancias de capital. El plan de Biden cerraría esa laguna y aplicaría el impuesto a las ganancias de capital máximo cuando los activos se transfieran a herederos. Esa tasa es del 20% para participaciones como la del magnate, pero Biden ha pedido aumentarla al 39,6%. ¿De cuánto dinero estaríamos hablando? De unos 36.000 millones, según calcula el medio estadounidense.
Una cifra altísima que podría cerrarse con el Estado haciéndose con buena parte de las acciones de Amazon en forma de pago de deuda. "Obviamente tendrían que darse multitud de variables y hablamos de ficción, pero estaríamos ante una situación más que llamativa con el país siendo dueño de buena parte de Amazon. Entiendo que el equipo de Bezos lo tendrá más que controlado y habrán buscado alternativas para no llegar ahí", cierra Castelló.