Lo más común es que, cuando mandas una nota de voz en WhatsApp, prefieras no escucharla otra vez. Se oye extraña, como si perteneciera a otra persona: cómo articulamos, las palabras que repetimos, nuestras muletillas. Todo parece proveniente de otra persona, y generalmente no nos gusta. Detrás de este principio existe un razonamiento científico de porqué odiamos nuestra voz. Así funciona.
¿Qué pasa cuando escuchamos nuestra propia voz?
Neel Bhatt, otorrinolaringólogo de la Universidad de Washington, generalmente le pide a sus pacientes que le permitan grabar la consulta. Esto le sirve, de manera posterior, para revisar el caso de cada persona y llevar un registro preciso de qué se dijo en cada sesión. Sin embargo, cuando vuelven a visitarlo, algunos no soportan el sonido de las grabaciones. Por el contrario, detestan sus intervenciones.
Según el artículo que escribió para The Conversation, la pregunta más recurrente que recibe en este tipo de dinámicas es: ¿realmente me escucho así? Después de años de práctica, el médico se interesó en descubrir porqué odiamos nuestra propia voz. De acuerdo con el estudio que realizó, este fenómeno tiene un doble origen: por una parte, en la psicología; por otro, en la fisiología de las personas.
En primer lugar, puntualiza el autor, nuestro cerebro recibe distinto este estímulo auditivo que los demás. “Por un lado, el sonido de una grabación de audio se transmite de manera diferente a su cerebro que el sonido generado cuando habla”, escribe Bhatt. Además, la conducción del sonido en el aire juega un papel fundamental en que escuchemos nuestra voz diferente.
¿Qué tiene que ver el aire?
El sonido no llega a nuestro cerebro por generación espontánea. Por el contrario, viaja a través del aire hasta alcanzar los tímpanos de las personas, y al conjunto de huesos que operan con ellos al interior del oído.
”Estos huesos luego transmiten las vibraciones del sonido a la cóclea, que estimula los axones nerviosos que envían la señal auditiva al cerebro“, explica Bhatt.
Cuando hablamos, el fenómeno se presenta de manera distinta. En lugar de viajar en el aire, “gran parte del sonido se conduce internamente directamente a través de los huesos del cráneo“, según lo describe el experto. Por eso escuchamos nuestra propia voz diferente a como suena en las grabaciones. Además, la escuchamos más profunda de lo que los demás la escuchan.
Por último, Bhatt describe un último escenario. Para él, la percepción de nuestra realidad se altera cuando nos exponemos a este tipo de estímulos: “Realmente es una nueva voz, una que expone una diferencia entre tu autopercepción y la realidad“, concluye.
Por lo tanto, que odiemos nuestra voz comprende tres factores: el hecho de que la conducción del aire no funciona igual, aunado a que nuestro cerebro se estimula distinto y que, a final de cuentas, es una manera de alterar la forma en que nos conocemos a nosotros mismos.