La endogamia no es buena. Bien lo saben las familias reales europeas. Por eso, el horizonte que abren las aplicaciones de citas como Tinder para conocer gente fuera de nuestros círculos es tan importante. Sin embargo, a pesar de los intentos por encontrar parejas los más alejadas posibles de la propia familia; 1 de cada 10 matrimonios que se celebran son entre primos hermanos o primos segundos. Casarse entre primos, según afirma un nuevo estudio, es mucho más frecuente en la actualidad que en la prehistoria. Pero vayamos por partes: ¿por qué no hay que casarse con primos? ¿Y qué dice esta investigación sobre tener hijos entre familiares directos?
Las familias reales, como los Romanov, saben bien lo que produce la endogamia. Casarse entre primos hermanos o segundos puede traer a la superficie muchas enfermedades genéticas, como por ejemplo la hemofilia. Pero existen otros trastornos ligados al cromosoma X o enfermedades consanguíneas que aparecen con la endogamia. Aunque los que peor lo tuvieron fueron los faraones, que se casaban entre hermanos.
Por todas estas enfermedades y trastornos, debido a la forma de relacionarnos actual, no tiene sentido que sigamos buscando a nuestra media naranja cerca de nuestros círculos familiares. De hecho, gracias al nuevo estudio, publicado en la revista científica Nature Communications, ahora sabemos que ni siquiera en la prehistoria los primos hermanos o primos segundos se reproducían entre ellos. De hecho, era mucho menos típico de lo que hemos pensado (o nos ha hecho creer la ficción), según explican desde IFL Science.
Endogamia: más ahora que en la prehistoria
De los restos de 1.785 personas, tan solo 53 eran fruto de una relación entre primos y uno, de una relación incestuosa. Pero en la actualidad 1 de cada 10 matrimonios son entre primos hermanos o segundos
Los investigadores de este estudio han examinado los restos de 1.785 personas que vivieron entre hace 45.000 años y hasta hace apenas unos cientos de años. De todos estos, tan solo 53, es decir, el 3% de ellos, tienen un ADN que indica que sus padres eran primos hermanos.
Además, uno de ellos dio como resultado probable que fuera el fruto de una relación incestuosa entre hermanos o padres e hijos. Además, hay que señalar que estas 53 personas no nacieron en el mismo sitio ni en épocas parecidas, que podría ser una explicación pues en ocasiones los clanes se quedaban aislados unos de otros. En definitiva, estas personas que tenían padres que eran primos se repartían sin ton ni son por la historia y los continentes.
Aunque es cierto que, en ocasiones, los padres pueden estar emparentados de manera más lejanas. Esto, que se conoce como "parentesco de fondo", también lo han investigado los autores del estudio y se han dado cuenta de que era mucho más común antes de que apareciera la agricultura. "Los padres también pueden estar emparentados de forma más lejana entre sí, a menudo a través de muchas conexiones más profundas en su pedigrí, como consecuencia común de los tamaños de población pequeños, o como consecuencia de los efectos fundadores en grupos muy unidos".
Y es que la actividad agrícola aumentó la población y, por tanto, era más fácil que hubiera más variabilidad genética. Por lo que hubo un descenso drástico del parentesco de fondo y empezó a ser mucho menos común.
El análisis del ADN, clave para saber si los padres eran primos
¿Y cómo ha podido hacerse este estudio? Para saber si los restos de las personas a las que se les ha hecho el análisis genético eran fruto de padres emparentados entre ellos, se busca en el ADN tramos con poca variación genética. A estos tramos se los conoce como "regiones de homocigosidad" o ROH. "Cuanto más reciente es el parentesco genealógico de los dos progenitores, más frecuente y largo suele ser el ROH resultante", escriben los autores. En definitiva, la clave para saber si eran primos estaba en el estudio del ADN de estos restos.
Por tanto, esa creencia tan extendida de que en la prehistoria la gente se casaba entre primos sabemos ahora que no es cierta. La endogamia no era una situación que se diera con asiduidad. Es más, ahora se casan más primos hermanos o segundos que anteriormente. Y eso que tenemos herramientas como Tinder que nos permiten alejarnos lo máximo posible de nuestro árbol genealógico.
Vía | Hipertextual