Durante todo un año, tuvimos que prescindir de los abrazos. Como mucho, nos quedaban solo los de nuestros convivientes, y si solíamos salir a menudo a veces lo hacíamos con miedo. Fue una situación difícil para muchas familias y grupos de amigos; quienes ahora, vacunados en su mayoría, vuelven para mostrar su afecto. ¿Pero cómo es el abrazo perfecto?
En realidad, todos sabemos que el abrazo perfecto es el que llega cuando más lo necesitamos. Sobre todo si nos lo da una persona a la que apreciamos mucho. Pero, dejando de lado los sentimentalismos, la ciencia también tiene algo que decir al respecto.
Al menos esa es la conclusión de un estudio que acaba de publicarse en Acta Psychologica, de la mano de un equipo de científicos de la Universidad de Londres. En él, tras la realización de dos experimentos, analizan la conformación de los brazos y la duración que parece ser más agradable. Es cierto que es un estudio con algunas limitaciones; pero, a modo de curiosidad, es interesante conocer sus resultados.
Tipos de abrazos
En este estudio, sus autores tuvieron en cuenta dos tipos de abrazos, a los que denominaron como abrazo cruzado y abrazo cuello-cintura.
El primero es ese en el que los brazos de las dos personas que intervienen en ellos se entrecruzan. En cambio, en el segundo uno tiene sus dos brazos arriba, justo debajo del cuello, y otro por debajo, más o menos a la altura de la cintura.
Todos hemos dado y recibido ambos tipos. ¿Pero se puede decir que uno de ellos sea el abrazo perfecto?
Abrazo cruzad a la izquierda y cuello-cintura a la derecha. A. L. DUEREN, ET AL., ACTA PSYCHOLOGICA. (2021) 10.1016/J.ACTPSY.2021.103441
La ciencia del abrazo perfecto
En el primer experimento llevado a cabo por estos científicos participaron 45 estudiantes universitarios.
Todos ellos, con los ojos vendados, fueron abrazados hasta seis veces por una misma investigadora. Se fueron variando parámetros, como los tipos de abrazos o su duración (1, 5 o 10 segundos), para después preguntarles cuáles les habían resultado más agradables.
Se vio que los abrazos más cortos resultaron menos agradables en comparación con los que oscilaban entre los 5 y los 10 segundos. En cuanto al tipo de abrazo, no parecía que hubiese diferencias.
Cabe destacar que un laboratorio no es el mejor entorno para medir cómo de confortables son los abrazos. Y también que tras estrechar seis veces a la misma persona la sensación de acercamiento con un desconocido se hiciese menos incómoda de lo que podría ser de forma puntual, en la realidad.
Para hacerlo algo más realista, llevaron a cabo el segundo experimento. Esta vez salieron del laboratorio y pasearon por el campus de la universidad. Así, fueron reclutando a 100 parejas de estudiantes, que se encontraban socializando entre ellos de un modo u otro. Y solo se les pidió que se abrazaran. No se les especificó cómo tenían que hacerlo, pues el objetivo era analizar cuál era su opción espontáneamente.
Se vio que el entrecruzado era el favorito de la mayoría de estudiantes, pero sobre todo de los hombres, pues un 82% de ellos recurrieron a él al abrazarse unos a otros. En cuanto al nivel de cercanía entre las dos personas que se abrazaban, no parecía que hubiese diferencias si se conocían más o menos.
Tampoco parecía que la altura influyese en los resultados. No obstante, reconocen que la mayoría de participantes tenían estaturas muy similares y que, de no ser así, la cosa podría haber sido muy diferente. Esto, al fin y al cabo, es lógico. Alguien con la misma altura generalmente optará por el entrecruzado, mientras que si hay una diferencia clara de estaturas, es posible que recurran al cuello-cintura. Como cuando un niño abraza a un adulto.
De cualquier modo, cuando se les preguntó por las sensaciones generadas con los distintos tipos de abrazos la mayoría coincidieron en que para ellos el cuello-cintura es un abrazo más íntimo, que quizás quedaría relegado a temas de pareja.
Por lo tanto, esto es algo que también deberíamos contemplar a la hora de determinar cuál es el abrazo perfecto. Porque no parece que haya uno solo. Los autores del estudio reconocen sus limitaciones. Por ejemplo, ni siquiera han comprobado qué pasa con los abrazos de más de 10 segundos. O cómo influye la fuerza con la que se abraza. Sospechan que esta es especialmente importante si se trata de un abrazo romántico, pues se tiende a ejercer una mayor presión sobre la otra persona. Físicamente hablando. Además, no debemos olvidar que el número de participantes en ambos experimentos fue muy reducido.
Sea como sea, solo nos podemos quedar con los resultados como curiosidad y a grandes rasgos. Que, al parecer, el abrazo perfecto es de tipo cruzado y no demasiado corto, pero, quizás, tampoco demasiado largo. Aunque lo cierto es que, si de verdad necesitamos ese abrazo, posiblemente nunca sea demasiado largo