Cualquiera que se haya hecho la manicura sabe que es más rentable hacerla en las uñas de los pies, porque dura bastante más que en las manos. La causa, básicamente, es que el crecimiento no es el mismo. Las uñas de las manos crecen más deprisa, por lo que la zona sin pintar comenzaría a asomar mucho antes. ¿Pero a qué se debe?
Durante mucho tiempo esto fue un misterio. De hecho, a día de hoy hay algunas teorías muy afianzadas, aunque no se sabe con seguridad si puede haber otros fenómenos implicados.
A grandes rasgos, el motivo del crecimiento heterogéneo reside en que le damos mucho menos uso a las uñas de los pies. Especialmente en invierno, cuando se encuentran bien resguardadas, con zapatos cerrados y calcetines o medias. Las de las manos, en cambio, se pasan el día usándose, tecleando en un ordenador, arrastrándose por pantallas táctiles, agarradas a un estropajo para fregar los platos… Aunque no nos paremos a pensarlo, les damos muchísimo uso. Y ese es el principal motivo de que tengamos que cortarlas tan a menudo. Eso sí, también podría haber alguna otra causa implicada.
¿Qué son las uñas?
Las uñas son estructuras que forman parte de la piel, aunque están formadas mayoritariamente por células muertas endurecidas con queratina. Esta es una proteína fibrosa que se encuentra también en otras estructuras de los animales como los cuernos o las plumas.
Se les conocen varias funciones, aunque la más obvia es la de protección. No obstante, también tiene otras aplicaciones menos intuitivas, como mejorar la precisión de los movimientos de los dedos, al ejercer contrapresión sobre la pulpa digital.
Se sabe que el crecimiento de las uñas de los pies se da a un ritmo de 1,6 milímetros al mes, mientras que las de las menos van más del doble de rápido, a 3,5 milímetros al mes. En cuanto a la recuperación de una uña completa, se necesitan entre 6 y 9 meses.
Sin embargo, cabe destacar que esta es la media y que, en realidad, dicho crecimiento dependerá de factores como la edad, el género, la genética y la salud de una persona. También la nutrición es muy importante. De hecho, muchos problemas de las uñas están asociados a desequilibrios nutricionales.
¿Qué se necesita para su crecimiento?
Aunque concebimos las uñas como algo muerto, precisamente por el hecho de estar compuestas por células muertas, para que estas puedan asomar más allá del epitelio se necesita oxígeno y un buen aporte de nutrientes.
De hecho, ya hemos visto que la alimentación es muy importante para que crezcan correctamente. Entre esos nutrientes tan necesarios para el crecimiento de las uñas se encuentra la vitamina B7, también conocida como biotina. Es precisamente por lo que muchas personas la toman en suplementos para paliar el problema de las uñas quebradizas.
Ahora bien, supongamos que tenemos a una persona sana, con una nutrición adecuada y ningún componente genético que afecte al crecimiento de sus uñas. ¿Qué es lo que hace que las uñas de los pies vayan mucho más despacio?
Las claves del crecimiento lento de las uñas de los pies
Una de las primeras personas en estudiar el crecimiento de las uñas de los pies y las manos fue el doctor William Bean, del Walter Reed Army Medical Center de Washington.
Su investigación sobre esta estructura tan olvidada de nuestro cuerpo destacó porque pasó 35 años observando las suyas propias. Así no solo llegó a obtener los datos medios sobre lo que crecen las uñas en un mes. También observó una desaceleración con la edad, a medida que se fue haciendo mayor. Publicó sus resultados en 1980.
Más tarde, el dermatólogo Rodney Dawber realizó su propio experimento dirigido a saber cuáles son las claves detrás del crecimiento de las uñas de los pies y las manos.
Algunos estudios previos le habían llevado a intuir que las uñas crecen más a medida que se les da más uso. Por eso, sacó la parte buena de una lesión en su dedo anular durante un partido de rugby, pues consideró que, al tenerlo inmovilizado, esa uña concreta crecería más despacio. Y así fue, pues en ese periodo creció un 25% más lenta que el resto.
Todo esto tenía sentido. Hasta entonces se consideraba que hay dos motivos para que las uñas de los pies crezcan más despacio. El primero es que, al estar más lejos del corazón, cuentan con un flujo de sangre más reducido, especialmente cuando hace más frío. Esto impide que llegue un buen aporte de oxígeno y nutrientes para un crecimiento óptimo. Y, por otro lado, podría ser que la estimulación continua de la uña sea la que también le ayuda a crecer. De hecho, esa estimulación también favorece la circulación de la sangre.
Las uñas de los pies suelen estar envueltas en zapatos y calcetines. Y bastante quietas. Sin embargo, nuestros dedos de las manos están en continuo roce y movimiento. Esto explicaría también por qué las uñas de los dedos más largos, que son los que más usamos, crecen más deprisa. O por qué las uñas de los pies crecen algo más rápido en verano, cuando hace menos frío, el flujo sanguíneo mejora y, además, es más común que llevemos zapatos abiertos y tengamos algunos roces en las puntas de los dedos.
Así que ese es el motivo por el que la manicura de pies sale mucho más rentable. Eso sí, ninguna es eterna. Mientras estemos vivos, nuestras uñas, en mayor o menor medida seguirán creciendo. Una vez muertos ya no; porque, de hecho, eso de que las uñas de los muertos siguen creciendo es un mito. Lo que ocurre es que los tejidos circundantes se retraen y eso les da una apariencia más larga. Pero, una vez que ya no hay flujo de sangre, la uña no tiene nada que hacer.