La ciencia es una actividad colectiva y por lo mismo de injusta memoria. Miles de nombres van quedando en el olvido. Uno de ellos es el de Nettie Stevens. Hija de un modesto carpintero, su historia es un ejemplo de tesón.
Huérfana de madre desde los dos años fue una gran estudiante, fue maestra de secundaria para poder pagar la Universidad de Stanford, donde se integró al equipo del famoso genetista Thomas Morgan. Ahi Nettie estudió un pequeño gusano y notó que los cromosomas, esas madejas de material genético, eran del mismo tamaño en los óvulos.
Pero no así en los espermatozoides. Algunos poseían un cromosoma pequeñito que ahora llamamos cromosoma y otros no.
Nattie había descubierto los cromosomas sexuales.
Su fama fue instantánea entre médicos, biológos y genetistas.
Tristemente murió de cáncer en 1912 a los 52 años de edad y fue enterrada junto a su padre y su madre adoptiva.