Desde la película “Parque Jurásico”, la idea de regresar a la vida animales extintos ha atrapado la imaginación del público, pero ¿hacia dónde deberían enfocar primero su atención los científicos?
"En lugar de centrarse en especies icónicas como el mamut lanudo o el tigre de Tasmania, un equipo de paleogenetistas ha estudiado cómo podrían ‘resucitar’, usando la edición genética, a la rata de la Isla de Navidad, que se extinguió hace 120 años".
Aunque no llegaron a crear una especie viviente, dicen que su investigación, publicada el miércoles 9 de marzo en Current Biology, demuestra justamente qué tan cerca están los científicos que trabajan en proyectos de desextinción de lograrlo usando tecnología actual.
“No estoy haciendo desextinción, pero creo que es una idea realmente interesante, y técnicamente es muy emocionante”, le dijo a la AFP el principal autor del estudio, Tom Gilbert, genetista evolutivo de la Universidad de Copenhague.
Hay tres maneras de traer de regreso a animales extintos: la retro-reproducción de especies emparentadas para conseguir los rasgos perdidos; clonación, usada para crear a la oveja Dolly en 1996; y finalmente edición genética, el método que observan Gilbert y sus colegas.
"La idea es tomar ADN sobreviviente de una especie extinta, y compararlo con el genoma de una especie moderna estrechamente relacionada para luego usar técnicas como la de Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Espaciadas (CRISPR) para editar el genoma moderno en lugares donde este difiere".
Las células editadas podrían entonces usarse para crear un embrión que se implante en un huésped sustituto.
Gilbert indica que el ADN antiguo es como un libro que pasó por una trituradora de papel, mientras el genoma de la especie moderna es como un “libro de resumen” que puede usarse para juntar los fragmentos de la contraparte incompleta.
Su interés en la rata de las Isla de Navidad se despertó cuando un colega estudió la piel de estos animales en búsqueda de evidencia de patógenos que causaron su extinción hacia 1900.
Se cree que las ratas negras traídas en barcos europeos arrasaron con la especie nativa, descrita en las Actas de la Sociedad Zoológica de Londres de 1887 como una “nueva rata”, más grande, con una larga cola de punta amarilla y orejas redondeadas.