Las sacadas son los movimientos rápidos que realizan nuestros ojos en simultáneo, sirven para llevar la información visual en la fóvea de los ojos. Los hacemos todo el tiempo, pues nuestra visión no es estática. Los ojos siempre están en movimiento buscando partes interesantes de una escena y construyendo un mapa mental referente a ella.
El cerebro recibe la información que captamos y, dependiendo de cuál sea el objeto de nuestra mirada, la actividad cerebral desencadenada puede ser bastante única.
«Si bien no percibimos nuestros propios movimientos oculares, el cambio abrupto en la entrada visual con cada sacada tiene consecuencias sustanciales a nivel neuronal«.
Hipocampo y amígdala
Tobias Staudigl, especialista en neurología y cognición, encabezó un experimento con 13 pacientes con epilepsia, a quienes les implantaron electrodos en el cerebro para monitorear su condición.
En la investigación, se les indicó a los voluntarios que miraran libremente una variedad de estímulos visuales mostrados a través de una pantalla, incluidas imágenes de rostros humanos, rostros de monos, imágenes de flores, frutas y automóviles. Mientras tanto, una cámara monitoreaba qué objetos miraban sus ojos, y los electrodos monitoreaban simultáneamente la actividad neuronal en la amígdala y el hipocampo. Estas dos partes del cerebro están involucradas en la regulación de nuestras emociones.
Interesantemente, los rostros humanos representaban un estímulo muy distinto al desencadenado por otras imágenes. Con los rostros, las neuronas se dispararon y se sincronizaron entre la amígdala y el hipocampo en un patrón específico.
Esto sería evidencia de cómo el cerebro maneja la codificación de la memoria para una información social importante:
«Tomamos muchas decisiones importantes basadas en mirar las caras, incluso si confiamos en alguien, si la otra persona está feliz o enojada, o si la hemos visto antes», comenta el neurocientífico Ueli Rutishauser.
Estímulos sociales
Hace tiempo sabemos que las neuronas se disparan en la amígdala mayormente a partir de rostros humanos, aunque desconocemos las razones.
«Una hipótesis es que estas señales se transfieren desde la amígdala a través de fuertes proyecciones al hipocampo, donde elevan y priorizan el procesamiento hipocampal de estímulos con un alto significado social y emocional. Esto puede servir para la codificación de la memoria del hipocampo en el caso de estímulos y eventos destacados».
El equipo también encontró que la comunicación a larga distancia entre diferentes partes del cerebro aumentaba cuando había estímulos sociales. «Cuando una fijación en un rostro humano siguió a una sacada, mejoró la comunicación neuronal entre la amígdala y el hipocampo».
«No se observó el mismo efecto para los movimientos sacádicos que procesaron otros estímulos».
Curiosamente, cuando los participantes miraron rostros humanos que ya habían visto antes en el experimento, el patrón de disparo de neuronas en la amígdala apareció más lentamente. Esto sugiere que los rostros aprendidos y familiares no provocan el mismo nivel de excitación neuronal que los nuevos estímulos sociales.
«Es un reflejo de la amígdala que prepara el hipocampo para recibir una nueva información socialmente relevante que será importante recordar«, señala Rutishauser.