La pandemia puso a la ciencia en numerosas encrucijadas, una de las cuales está vinculada a la donación de órganos, cuya seguridad quedó en entredicho cuando el potencial donante es portador de COVID-19.
De esta forma, la ya permanente escasez de órganos se agravó con la crisis sanitaria generada por al virus SARS-CoV-2, especialmente los abdominales, y aumentó la tasa de descarte debido a los riesgos que supuestamente puede acarrear un donante infectado con coronavirus.
La donación de donantes infectados por el virus podría ayudar a mitigar los efectos de la escasez de órganos por la pandemia, recuperando aquellos que hasta ahora son descartados. Pero se sabe muy poco sobre las técnicas óptimas de selección de donantes y manejo de receptores.
Según un nuevo estudio, la donación de órganos de donantes que habían dado positivo en la prueba del SARS-CoV-2 parece ser segura y no causaría COVID-19 en el paciente que recibe el órgano donado. La investigación preliminar fue presentada en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas de este año.
Carmen Wolfe y Emily Eichenberger y sus colegas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke, en Durham (Carolina del Norte, Estados Unidos), presentaron en este estudio preliminar su protocolo institucional y los primeros resultados para el trasplante de órganos abdominales con donantes positivos a coronavirus a partir de septiembre de 2021.
Aunque no todos los órganos de donantes COVID-19 positivos son aptos para el trasplante, los donantes fueron evaluados teniendo en cuenta el tipo de órgano, la duración y la gravedad de la enfermedad por coronavirus que padecieron, si había algún signo de enfermedad hipercoagulable (lo que significa un aumento potencial de la coagulación en el órgano o los vasos donados), así como una cuidadosa inspección general en el momento de la obtención del órgano. La urgencia del trasplante para el receptor también se tuvo en cuenta a la hora de evaluar el riesgo.
Por ejemplo, si se encontraba el virus en la base de los pulmones, estos se consideraban inadecuados para el trasplante, pero otros órganos podían seguir siendo trasplantados con seguridad, siempre y cuando el donante no muriera de COVID-19 hiperinflamatorio grave o mostrara signos de coagulación excesiva.
Según las autoras del estudio, incluso después de esto, los médicos deben seguir considerando la causa última de la muerte de un donante y sopesar si es probable que eso repercuta negativamente en la calidad del órgano y/o en el riesgo quirúrgico. Para reducir aún más el riesgo de trasplante, ahora se recomienda a los receptores que se vacunen completamente contra la COVID-19 antes de la cirugía, aunque no siempre los receptores tendrán esa oportunidad. Los cuatro receptores de órganos de este estudio no estaban vacunados.
Aunque un donante vacunado también es deseable, ya que probablemente reduce el riesgo de inflamación grave del órgano, el hecho de que el donante no esté vacunado o sea negativo, no impediría el uso de órganos de buena calidad procedentes de donantes infectados por COVID-19, según las autoras.
La doctora Eichenberger explicó que “estar sin vacunar puede aumentar el riesgo de COVID-19 grave en los pacientes trasplantados debido a los fármacos inmunosupresores que reciben después del trasplante. Por ello, animamos encarecidamente a nuestros pacientes en lista de espera a que se vacunen. Sin embargo, el hecho de no estar vacunado no elimina a nadie de la lista de espera de trasplantes de órganos en nuestra institución en este momento”.
En este estudio, el equipo detalló los primeros 6 trasplantes de órganos abdominales realizados con el protocolo (2 hígados, 2 riñones/páncreas trasplantados juntos) en 4 receptores que utilizaron órganos obtenidos de 4 donantes que dieron positivo de COVID-19 en muestras de nariz-garganta y/o pulmón.
Las especialistas, en su protocolo, evaluaron a los donantes con una revisión adicional de la calidad de los órganos. Las biopsias practicadas a los 4 fueron sometidos a una revisión macroscópica y/o microscópica a fin de ratificar o descartar la viabilidad del órgano. Todos los donantes dieron positivo en la prueba del SARS-CoV-2 durante su enfermedad terminal. Uno de ellos murió por complicaciones debidas a una infección grave por COVID-19, incluidos coágulos pulmonares, y otro murió de un absceso cerebral polimicrobiano probablemente desencadenado por el antecedente de COVID-19.
En cambio, los dos restantes padecieron un cuadro leve a moderado de COVID-19 y fallecieron por otras causas, uno por un accidente cerebrovascular por hemorragia cerebral y el otro por una sobredosis de medicamentos.
Los 6 órganos abdominales tuvieron una función estable del injerto, con una duración media de seguimiento del receptor de 46 días y no se produjo ningún rechazo inesperado. Ningún receptor adquirió la infección por COVID-19 a través del trasplante y no se produjo ninguna transmisión por parte del personal sanitario.
Se informó que uno de los receptores de corazón-hígado necesitó un nuevo trasplante de corazón debido a complicaciones quirúrgicas no vinculadas y a un trombo coronario (obstrucción en una arteria) del corazón trasplantado. El nuevo trasplante cardíaco, que se llevó a cabo de manera urgente, fue exitoso y para ello fue utilizado nuevamente un donante con COVID-19 positivo que era asintomático y murió por una herida de bala.
La doctora Eichenberger afirmó que, “aunque es limitada, la experiencia hasta la fecha respalda el uso de órganos abdominales procedentes de donantes positivos de COVID-19 como algo seguro y eficaz, incluso en el caso de personas activamente infectadas o con enfermedad pulmonar causada por COVID-19″.
La experta agregó que, si bien su estudio fue preliminar y sólo abarca a estos seis primeros pacientes, el equipo de Duke ha realizado ya 20 trasplantes de órganos abdominales utilizando el protocolo, cuyos resultados servirán de base para futuros resúmenes o artículos de investigación.
De todas formas, admitió que en los centros de trasplante de todo el mundo las pruebas con órganos procedentes de donantes infectados por coronavirus aún están comenzando y se necesitan más estudios para confirmar estas primeras investigaciones cuyos resultados fueron prometedores.