A lo largo de estas últimas semanas, nuestra estrella ha experimentado una serie de erupciones gigantes bastante importantes, que han expulsado plasma a toda velocidad por el espacio.
Una temporada muy ocupada
Uno de los eventos más destacados de estas eyecciones de masa coronal (CME, en inglés) fue el sucedido el pasado 15 de febrero: una poderosa llamarada solar estalló desde el otro lado del Sol que, según los expertos, podría clasificarse como llamarada solar de clase X, la más poderosa de todas (y que puede llegar hasta X20, lo que representa un evento de llamarada solar extrema). Como no estaba mirando hacia la Tierra, no tuvimos ninguna consecuencia directa.
Según la ESA, tenemos esta información porque la nave espacial Solar Orbiter se está acercando a la línea Tierra-Sol. En su informe, la ESA explicó que:
"la prominencia observada por Solar Orbiter es el mayor evento de este tipo jamás capturado en un solo campo de visión junto con el disco solar, lo que abre nuevas posibilidades para ver cómo eventos como estos se conectan con el disco solar por primera vez".
Si llega a golpear la Tierra, habría producido una fuerte tormenta geomagnética.
De la misma forma, según los datos de SpaceWeatherLive, que rastrea su actividad cada día, recalca que el Sol ha estado muy activo todos los días desde principios de febrero, y algunos días incluso presentando múltiples ráfagas. Están entrando llamaradas sin parar.
Esta última erupción solar del pasado 15 de febrero no causó daños a la Tierra, pero según los científicos de la Agencia Espacial Europea, sirve como un "recordatorio importante de la naturaleza impredecible del Sol y la importancia de comprender y monitorear su comportamiento".
Pronto llegaremos al máximo solar
Recordemos que se espera que el Sol alcance su “máximo solar” (la etapa más dinámica durante su ciclo de actividad) en 2024, momento en el que producirá más electrones y protones que los habituales, terminando con erupciones solares y eyecciones de masa coronal que generarían nubes de plasma que afectarían a la Tierra en forma de tormenta magnética. Es un ciclo que ocurre cada 11 años y que, en este caso, representará el Ciclo Solar 25. Este ciclo se basa en el campo magnético del Sol; así, cada 11 años, sus polos magnéticos norte y sur cambian de lugar (durante el mínimo solar, el campo magnético del Sol es mucho más débil).
El Panel de Predicción del Ciclo Solar 25 de la NOAA / NASA indicó que el Ciclo Solar 25 alcanzaría su punto máximo en julio de 2025; sin embargo, tras realizar un ajuste con los datos actuales este máximo fue estimado para octubre de 2024.
Durante el momento de “máximo solar”, se pueden producir tormentas solares extremas, empezando con una explosión o llamarada solar en el dosel magnético de una mancha solar. Cuando esto sucede, los rayos X y la radiación ultravioleta en grado extremo llegan a la Tierra a la velocidad de la luz, ionizando las capas más altas de la atmósfera y provocando errores de navegación GPS y apagones de radio a su paso. Las partículas energéticas que acontecen justo después, no nos deparan ningún escenario halagüeño, ya que pueden electrificar satélites y dañar los componentes electrónicos de los dispositivos.
Por si esto fuera poco, la eyección de masa coronal, que se presenta con nubes de mil millones de toneladas de plasma magnetizado, podría conducir a algo que muchos temen: apagones generalizados en todo el mundo, dejando completamente inutilizado cualquier dispositivo que esté enchufado a la corriente. Y no estamos preparados para un “apocalipsis de Internet”, en un mundo permanentemente conectado.
Sin ir más lejos, una tormenta geomagnética leve derribó, hace unas semanas, 40 satélites Starlink de la compañía SpaceX de Elon Musk, recién lanzados desde la órbita terrestre baja. Esta pequeña tormenta geomagnética apareció tras una llamarada de clase M que tuvo lugar el 29 de enero.
Todos estos eventos forman parte de la actividad normal de nuestro Sol, por lo que es crucial que los astrónomos vigilen de cerca la actividad del Sol para asegurarse de que haya suficientes advertencias antes de que sepamos que se avecina cualquier posible tormenta geomagnética. Para ello, también contamos con la sonda espacial Solar Orbiter (lanzada en febrero de 2020), ya que su objetivo es estudiar el Sol como nunca antes se había hecho.
Un poco de historia
El 8 de marzo de 1582 azotó la Tierra una enorme tormenta solar en la que se inundó el cielo con un espectacular y brillante luz de color rojo, comparable a las que tuvieron lugar en 1909 y 1989. Hasta pudieron observarse auroras en lugares en los que jamás nadie había visto ninguna: Florida, Egipto o incluso el sur de Japón. Estos eventos sugieren que es "una ocurrencia única en un siglo", por lo que podríamos asistir a una de ellas durante el siglo XXI, afirman los expertos.