Durante décadas los astrónomos se han preguntado cómo se formó el universo, una pregunta que hasta el momento se antoja imposible de responder, pero quizá el más reciente hallazgo de la NASA podría servir para entender un poco esta interrogante.
Utilizando datos del Telescopio Espacial Hubble, los astrónomos han encontrado un agujero negro de rápido crecimiento llamado GNz7q, el cual se encontraba en el campo Great Observations Origins Deep Survey-North, uno de los más estudiados y que hasta el momento había pasado "desapercibido".
Un equipo de investigadores internacionales, liderados por Seiji Fujimoto, del Cosmic Dawn Center (DAWN) en el Instituto Neils Bohr de la Universidad de Copemnhague, determinó que el objeto "monstruo" existió sólo 750 millones de años después del Big Bang, durante el proceso conocido como "amanecer cósmico", el periodo temprano después del nacimiento de nuestro universo.
Los científicos encontraron una fuente comprimida de radiación ultravioleta e infrarroja, que no puede atribuirse únicamente a la formación de estrellas. Esto coincide con la radiación esperada del material que cae en el agujero negro, por lo que consideraron que la mejor explicación es un agujero negro de rápido crecimiento cubierto de polvo, que eventualmente aparecerá como un quásaruna, que es considerada una fuente de luz en el corazón de una pequeña galaxia.
Agujero negro, nunca antes observado
Este tipo de agujero negro que se convierte en un cuásar superluminoso ha sido predicho por teorías y simulaciones por computadora, pero nunca se ha observado, hasta ahora.
"Nuestro análisis indica que GNz7q es el primer ejemplo de un agujero negro de rápido crecimiento en el núcleo polvoriento de una galaxia con estallido estelar en una era cercana al agujero negro supermasivo conocido más antiguo del universo".
"El GNz7q proporciona un vínculo directo entre estas dos poblaciones raras y proporciona un nuevo camino hacia la comprensión del rápido crecimiento de los agujeros negros supermasivos en los primeros días del universo. Nuestro descubrimiento proporciona un ejemplo de los precursores de los agujeros negros supermasivos que observamos en eras posteriores", expuso Fujimoto.
La relevancia de este descubrimiento yace en que ayuda a comprender la evolución de los agujeros negros supermasivos, como el que se esconde en el centro de nuestra Vía Láctea.