En el Océano Índico, particularmente en las aguas del Golfo Pérsico, es frecuente que los barcos encuentren zonas de aguas luminosas, un fenómeno que ya fue descrito por el escritor Rudyard Kipling y que también aparece en la novela de Julio Verne 20.000 leguas de viaje submarino. Durante mucho tiempo se pensó que estas historias eran imaginaciones o simples exageraciones de los marineros, que ya en el siglo XVII describían la existencia de aguas luminosas como campos de hielo en una noche sin luna, o aguas brillantes que se extendían por todas direcciones. Desde 1915, se han documentado 235 de esos mares, concentrados mayoritariamente en el noroeste del Océano Indico y cerca de Java, aunque también se han visto en las costas de Somalia y Portugal. Y, por supuesto, tenemos la famosa bahía bioluminiscente de Puerto Rico, Bahía Mosquito, un lugar donde prolifera un tipo de plancton que, al moverse, libera energía en forma de luz azul. Según los investigadores del Laboratorio de Investigaciones Navales de la División de Meteorología, en California, y del Centro Nacional de Datos Geofísicos, puede que la luz de esos mares provenga de enormes poblaciones de bacterias, aunque su corta duración ha hecho difícil comprobar el origen de tal fosforescencia.
Pero aún hay fenómenos luminosos más extraños en los mares. En ocasiones pueden verse globos de luz que surgen de las aguas y explotan en la superficie, luces que giran alrededor de un punto, anillos de luz expandiéndose en una noche clara, bandas luminosas estacionarias sobre la superficie del mar… Mientras los marineros se quedan entre asombrados y alelados observando estos fenómenos, los científicos, en general, los han ignorado.
Puede tratarse del mismo mecanismo que subyace a las auroras. En este sentido, la “niebla” luminosa que suele acompañar a las auroras a baja altura se parece a lo que ven los marineros en el golfo Pérsico. Hay quien apunta a una peculiar interacción entre el radar y la conocida fosforescencia marina, mientras que otros señalan al comportamiento colectivo y autogenerado de ciertos organismos marinos luminiscentes, similar a los destellos provocados por nubes de luciérnagas en los trópicos.
Claro que lo narrado por el segundo oficial del WMS Olympic Challenger, Armin Roth, en la revista Marine Observer en 1954 escapa a cualquier explicación: “A un metro sobre la superficie del agua aparecieron de repente bandas de luz en movimiento rápido (similares a la niebla). Tenían una extensión de dos millas náuticas (3,7 km), estaban rotando en el sentido de las agujas del reloj y cruzaban el barco a intervalos regulares”. Si esto sucedía en el golfo de Omán el 5 de noviembre de 1953, el 24 de abril en el golfo de Siam la tripulación del MV Rafaela se enfrentaba a algo parecido: tres ruedas de luz que se intersectaban, una girando en el sentido de las agujas del reloj y dos en el contrario. Qué es lo que observaron estos marinos... nunca lo sabremos.