Un equipo de científicos ha descubierto en Arizona (Estados Unidos) restos fósiles de cecilias del Triásico, los más antiguos que se conocen de estos anfibios, según un estudio publicado este miércoles en Nature.
La investigación, liderada por el Instituto Tecnológico de Virginia, extiende los registros históricos de estos pequeños mamíferos vertebrados en unos 35 millones de años, lo que podría modificar los conocimientos de los paleontólogos sobre “nuestra historia”, destacan los autores.
Aunque los fósiles más antiguos de cecilias conocidos hasta ahora eran del Jurásico Inferior, con una antigüedad de unos 183 millones de años, análisis evolutivos de ADN sugerían que ya existían en el Carbonífero o en el Pérmico, hace entre 370 y 270 millones de años.
Esta brecha “de, al menos, 87 millones de años” en los registros podría haberse cerrado, celebra Ben Kligman, uno de los descubridores de estos nuevos restos fósiles, hallados en 2019 en el Parque Nacional del Bosque Petrificado de Arizona y que ha bautizado a la criatura como Funcusvermis gilmorei.
Las cecilias actuales son anfibios de hábitos subterráneos que sólo viven en regiones tropicales derivadas de la fragmentación del supercontinente Gondwana (Sudamérica, África, India, Seychelles y Sudeste Asiático).
Su anatomía está adaptada a la vida bajo tierra, por eso carecen de extremidades, tienen un cuerpo alargado, cuyo tamaño va desde los 10 centímetros hasta el metro y medio y poseen ojos rudimentarios o atrofiados.
“Los fósiles de cecilias son extraordinariamente raros, y se descubren de manera accidental cuando los paleontólogos están buscando fósiles de otros mamíferos más comunes. Nuestro hallazgo fue totalmente inesperado”, explica Kligman en un comunicado.
Hallan restos fósiles de cecilias del Triásico, los más antiguos hasta ahora
Precisa que Funcusvermis fue encontrado en un estrato de unos 220 millones de años de antigüedad del Bosque Petrificado, cuando la actual Arizona estaba situada cerca del Ecuador, en una zona de clima húmedo y caliente.
Según el experto, este animal comparte características esqueléticas más próximas a los primeros restos fósiles de parientes anfibios, como las ranas y salamandras, lo que refuerza la evidencia de un origen compartido y una estrecha relación evolutiva entre las cecilias y esos dos grupos.
“A diferencia de las cecilias actuales, Funcusvermis carece de muchas adaptaciones asociadas con la capacidad de excavar, lo que indica una adquisición más lenta de características vinculadas a un estilo de vida subterráneo en las primeras etapas de su evolución”, observa Klingman.
Desde el primer hallazgo de restos en 2019, los expertos han recuperado más fósiles, entre los que figuran 70 mandíbulas inferiores, varias superiores, una vértebra y una parte de una extremidad inferior, lo que convierte a este yacimiento en el “más abundante jamás descubierto”.
Aunque no han llegado a formar un esqueleto completo para determinar el tamaño exacto del animal, subrayan que a partir de la mandíbula inferior, de unos seis milímetros de largo, aquellas cecilias eran “diminutas”.
Un “gusano” pequeño y “funk”, bromea Klingman, quien ha latinizado el nombre del género y especie de su Funcusvermis gilmorei en honor, respectivamente, de la canción “Funky Worm” (1972), de la banda Ohio Players, y del paleontólogo Ned Gilmore, un “mentor importante” para él.