El primer imperio nómada del mundo, el de los Xiongnu, fue una confederación de pueblos que surgió en Mongolia 1,500 años antes que el imperio de Gengis Kan y que se expandió por Egipto, Roma y la China imperial, convirtiéndose en el más poderoso de Asia en la Edad de Hierro.
Apoyados en la ganadería y la producción láctea, los Xiongnu extendieron su imperio a lomos de sus caballos y tuvieron legendarios conflictos con la China imperial, que acabó levantando la Gran Muralla.
Los Xiongnu nunca desarrollaron un sistema de escritura, y lo poco que se sabe de ellos es gracias a los cronistas chinos de la dinastía Han.
Por eso, aunque había constancia de la extremada diversidad genética en este imperio, hasta ahora no se sabía cómo estaba estructurada cada comunidad local o si había diferencias según el poder, la riqueza o el género.
Ahora, un equipo internacional del Max Planck de Antropología Evolutiva y del de Geoantropología, junto a las universidades de Seúl, Michigan y Harvard, ha analizado el genoma de 18 individuos de dos cementerios de xiongnu, uno para la élite aristocrática, en Takhiltyn Khotgor, y otro para la élite local, en Shombuuzyn Belchir.
El estudio, cuyos detalles se publican hoy en Science Advances, revela que la heterogeneidad genética era mayor entre los individuos de menor estatus y menor en las élites que concentraban el poder, y que las mujeres de las élites tuvieron un papel importante.
Los investigadores descubrieron que los individuos de ambos cementerios presentaban una diversidad genética extremadamente alta, comparable a la del Imperio xiongnu en su conjunto, lo que confirma que Xiongnu fue un imperio multiétnico.
Pero gran parte de esta diversidad estaba estratificada por clases, y los individuos de menor estatus (al margen de las élites, probablemente como sirvientes) tenían mayor diversidad y heterogeneidad genéticas, lo que sugiere que procedían de zonas remotas del imperio Xiongnu o de fuera de él.
En cambio, las élites locales y aristocráticas enterradas en ataúdes de tablones de madera dentro de tumbas cuadradas y tumbas anulares de piedra presentaban una menor diversidad genética general y albergaban mayores proporciones de ancestros de Eurasia oriental, lo que sugiere que el estatus y el poder de la élite se concentraban en subconjuntos genéticos específicos
No obstante, incluso las familias de élite parecen haber recurrido al matrimonio para estrechar lazos con grupos recién incorporados, especialmente en Shombuuzyn Belchir.
“Ahora tenemos una mejor idea de cómo los Xiongnu expandieron su imperio incorporando grupos dispares y aprovechando el matrimonio y el parentesco en la construcción del imperio”, afirma el autor principal, el Dr. Choongwon Jeong, profesor asociado de Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Seúl.
Otro hallazgo fue que los enterramientos de alto estatus de los Xiongnu y los ajuares funerarios de élite estaban desproporcionadamente asociados a mujeres, lo que corrobora las pruebas arqueológicas de que las mujeres Xiongnu desempeñaron papeles políticos especialmente destacados en este imperio.
En el cementerio de la élite aristocrática de Takhiltyn Khotgor, descubrieron que las tumbas monumentales de la élite habían sido construidas para mujeres, y que cada mujer destacada estaba flanqueada por una multitud de varones plebeyos enterrados en tumbas sencillas.
Las mujeres fueron enterradas en elaborados ataúdes con los emblemas dorados del sol y la luna del poder imperial Xiongnu, y una tumba contenía incluso un equipo de seis caballos y un carro parcial.
En el cementerio de Shombuuzyn Belchir, las mujeres también ocupaban las tumbas más ricas y elaboradas, con ajuares de ataúdes de madera, emblemas y objetos dorados, cuentas de vidrio y loza, espejos, ropas de seda, carros de madera y más de una docena de cabezas de ganado, así como tres objetos asociados a los guerreros varones montados a caballo: una copa de laca china, un broche de cinturón de hierro dorado y aperos de montar.
Estos objetos y su simbolismo transmiten el gran poder político de las mujeres.
El análisis genético también aportó datos poco comunes sobre el papel social de los niños y reveló, por ejemplo, que aunque a los adolescentes Xiongnu de 11-12 años se les enterraba con arco y flechas, como a los varones adultos, no ocurría lo mismo con los más jóvenes, lo que sugiere que los roles sociales de cazador y guerrero no se atribuyeron hasta el inicio de la adolescencia.
Aunque el imperio se desintegró a finales del siglo I de nuestra era, “el estudio confirma la antigua tradición nómada de princesas de élite que desempeñaban papeles fundamentales en la vida política y económica de los imperios, especialmente en las regiones periféricas, una tradición continuó más de mil años después bajo el Imperio Mongol”, concluye Jamsranjav Bayarsaikhan, del Max Planck de Geoantropología.