Un equipo científico internacional está desarrollando un modelo climático global en 3D del exoplaneta LP 890-9 c, una vía para estudiar gemelos distantes de Venus y la Tierra y conocer su evolución.
Pese a que se conocen más de 5,400 planetas alrededor de estrellas lejanas, uno de los retos actuales de la ciencia reside en detectar planetas similares a la Tierra y estudiar sus atmósferas.
Como la distancia limita las observaciones, un equipo científico internacional en el que participa el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), con sede en Granada (sur de España), está desarrollando un modelo climático para exoplanetas rocosos.
Esta herramienta busca poder diferenciar entre planetas parecidos a Venus, en los que no se puede vivir, de los que se asemejan a la Tierra y que, por tanto, permitirían la vida.
El equipo eligió el planeta LP 890-9 c, situado a 106 años luz de distancia y descubierto en 2022, para desarrollar un modelo climático global en 3D.
Con 1.37 veces el diámetro terrestre, el planeta gira en torno a una estrella enana roja -más pequeña y fría que el Sol– a una distancia que lo sitúa en la zona de habitabilidad, la región donde las condiciones de presión y temperatura permitirían la existencia de agua líquida en superficie.
Este exoplaneta se halla también muy cerca de la región en la que se produciría un efecto invernadero desbocado, como el que se observa en Venus.
La posibilidad de que este planeta sea como Venus lo convierte en un laboratorio ideal para estudiar la evolución atmosférica de planetas similares a la Tierra y explicar la divergencia climática entre ambos.
“Nuestro modelo pretende servir de apoyo a la interpretación de las futuras observaciones con el telescopio espacial James Webb o con el futuro Telescopio Extremadamente Grande (ELT), y nos permitirá caracterizar mejor lo que vemos en la atmósfera de estos planetas”, explicó el investigador del Instituto de Astrofísica e Ciências do Espaço (IA) Diogo Quirino.
Venus se consideró hasta hace unas décadas un posible gemelo de la Tierra, aunque con una presión atmosférica noventa veces mayor y más temperatura.
“Sin embargo, es muy posible que ambos compartieran infancias similares, con actividad volcánica que liberó gases y formó atmósferas y, posiblemente, con agua líquida en sus superficies, algo que buscamos confirmar con EnVision, la próxima misión de la ESA a Venus”, añadió la investigadora del IAA-CSIC Gabriella Gilli
El uso de modelos en 3D permite calcular la radiación emitida por el planeta en determinadas regiones del espectro electromagnético y calcular cómo puede variar la radiación infrarroja emitida por el planeta a lo largo de su órbita.
“La idea de este trabajo es estar preparados para cuando detectemos un análogo de Venus: que seamos capaces de reconocerlo como tal”, resumió Gilli.