Un equipo de investigadores daneses ha asegurado financiamiento para construir una planta innovadora capaz de transformar dióxido de carbono (CO2) en proteínas comestibles. La iniciativa se llevará a cabo en la localidad de Foulum, en el centro de Dinamarca, donde se uniran las nuevas instalaciones a una planta de biogás ya existente. Se espera que el proyecto esté completado en un año.
El proceso consiste en transferir el CO2 proveniente de la quema de biogás a un biorreactor de 200 litros, donde se agregarán hidrógeno y oxígeno obtenidos a partir de la electrólisis del agua. Luego, el CO2 y el hidrógeno se dirigirán a otro tanque con microorganismos acetógenos que transformarán las moléculas en acetato. A continuación, el acetato pasará a otro reactor con levaduras, que, en presencia de oxígeno, lo convertirán en proteínas comestibles.
Estas proteínas podrán utilizarse para producir alternativas a productos cárnicos u otros alimentos. El investigador principal del proyecto, el profesor Alfred Spormann de la Universidad de Stanford, espera que los alimentos basados en estas proteínas estén disponibles para los consumidores en un plazo de tres años.
El objetivo es abordar dos problemas importantes: la emisión excesiva de CO2 en la producción de productos animales y la necesidad de alimentos sostenibles para la creciente población mundial. La idea es implementar biorreactores similares en centrales energéticas o fábricas que emitan grandes cantidades de CO2 para resolver ambos desafíos simultáneamente.
El profesor de microbiología y biotecnología Jeppe Lund Nielsen, de la Universidad de Aalborg, menciona que, aunque los alimentos basados en CO2 aún tardarán algunos años en llegar a los consumidores, este proyecto marca el inicio de una iniciativa con el potencial de tener un impacto significativo en la producción de alimentos en el futuro si se vuelve estable y económicamente beneficioso.