Cuando reflexionamos sobre las estaciones, usualmente visualizamos nuestra familiar experiencia terrestre, donde los cambios anuales en temperatura y luz dan origen a la secuencia cíclica e inversa de primavera, verano, otoño e invierno, dependiendo del hemisferio. Pero, ¿acaso la Luna experimenta estaciones similares a las de la Tierra?
La respuesta es menos directa de lo que parece, pero se revela que otros astros, incluyendo nuestra Luna, también atraviesan ciclos de transformación. Examinemos por qué se originan las estaciones:
La noción de "estaciones" surge de la inclinación del eje de rotación de un planeta respecto a su órbita alrededor del Sol. El inclinamiento del eje terrestre, alrededor de 23,5 grados, provoca que los rayos solares alcancen distintas latitudes de manera más directa en diferentes épocas del año, desencadenando las estaciones. Así, mientras es invierno en el hemisferio sur, el hemisferio norte goza del verano.
La inclinación del eje lunar
En el caso de la Luna, nuestro satélite orbita la Tierra, no el Sol directamente, aunque también exhibe una leve inclinación en su eje. Dicha inclinación lunar es apenas de 1,54 grados, mucho menor que la terrestre. Esta modesta inclinación no engendra un impacto significativo en la luz solar que llega a diferentes áreas de la Luna durante su órbita alrededor de la Tierra. Por lo tanto, aunque la mínima inclinación axial de la Luna no provoca las estaciones tradicionales que conocemos en la Tierra, nuestro satélite sí experimenta cambios apreciables en temperatura e iluminación a lo largo de su jornada lunar, que abarca aproximadamente 29,5 días terrestres.
Si trasladamos esto a la Tierra, equivaldría a alrededor de 14,75 días terrestres de luz diurna y otros 14,75 días terrestres de oscuridad nocturna. Por consiguiente, desde la perspectiva lunar, el Sol emergería, recorrería lentamente el cielo y finalmente se ocultaría cerca de dos semanas después, precediendo una prolongada y fría noche de igual duración.
Extremos
Durante el día lunar, cuando el Sol ilumina directamente la superficie de la Luna, las temperaturas pueden elevarse hasta los 127°C o incluso más. En contraste, durante la noche lunar, las temperaturas pueden descender bruscamente hasta alcanzar los gélidos -150 °C. (Este ciclo extremo podría ser comparado con un ciclo "estacional" rápido y altamente extremo, aunque dista del modelo terrestre de cuatro estaciones al que estamos habituados).
Curiosamente, aunque la Luna en su conjunto no experimenta estaciones tradicionales, ciertas zonas lunares sí exhiben características lumínicas particulares que podrían asemejarse a la estacionalidad. Por ejemplo, los polos lunares están inclinados hacia el Sol, generando áreas de luz solar constante, llamadas picos de luz eterna, y zonas perpetuamente en sombra, conocidas como regiones en sombra permanente (RSP). En el contexto lunar, estos espacios permanentemente sombreados corresponden a los profundos cráteres cerca de los polos lunares. Estas áreas pueden alcanzar temperaturas tan bajas como -248°C. Por otro lado, los picos de luz eterna, generalmente en los bordes de los cráteres, son bañados por la luz solar durante la mayoría del día lunar, manteniendo temperaturas relativamente constantes, aunque siguen siendo extremas para los seres humanos.
Por último, aunque de una forma diferente a la Tierra, podemos considerar que la Luna cuenta con su propio ciclo de "estaciones".