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ESA/Webb, NASA y CSA, M. Meixner.
TXT René A. Ortega Minakata, IRyA UNAM

Capta el telescopio James Webb la galaxia más cercana a la Vía Láctea

ESA/Webb, NASA y CSA, M. Meixner.
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No es un satélite de ella y es de gran interés astronómico, ya que tiene baja metalicidad.

Sin duda las imágenes astronómicas son de una belleza inigualable, y una de las más recientes publicaciones del equipo del telescopio espacial James Webb (JWST, por sus siglas en inglés) no es la excepción. El telescopio espacial observó la galaxia NGC 6822, pequeña e irregular, en nuestro grupo local de galaxias. Es la más cercana a nuestra Vía Láctea que, al mismo tiempo, no es un satélite de ella, y se ubica a unos 1.5 millones de años luz de distancia.

Los instrumentos del JWST observan tipos de luz del universo que nuestros ojos no pueden ver. La cámara de infrarrojo cercano (NIRCam) y el instrumento de infrarrojo medio (MIRI), como sus nombres indican, observan diferentes partes del espectro electromagnético en la región infrarroja. Cuando el telescopio apunta hacia las galaxias, la NIRCam observa principalmente sus estrellas, mientras que el MIRI, sus regiones ricas en gas, como las zonas amarillas en la nueva imagen.

NGC 6822 es una galaxia de gran interés astronómico, pues tiene una metalicidad baja, es decir, una baja proporción de elementos químicos que no son hidrógeno y helio. Al principio de la historia del universo, prácticamente toda la materia estaba compuesta sólo de estos dos elementos. Durante sus vidas y especialmente en sus muertes, las estrellas producen buena parte de los demás elementos, enriqueciendo el espacio a su alrededor con ellos.

Esos elementos forman polvo interestelar que se integra a las nubes de gas de la galaxia, y que después puede formar parte de nuevas generaciones de estrellas. Tanto las nubes de gas como las estrellas nuevas que se generen tendrán una metalicidad más alta que las anteriores.

Así, estudiar objetos cercanos de baja metalicidad como NGC 6822 es de gran ayuda para comprender cómo ocurrió el ciclo de vida de las estrellas y del polvo interestelar en el universo primitivo. Las nuevas imágenes del JWST contienen información muy útil a este respecto.

Horizontes en expansión

El célebre astrónomo Edwin Hubble escribió que “la historia de la astronomía es una historia de horizontes que se alejan” (J., J. H. “The Realm of the Nebulae”. Nature 138, 859–860 [1936]). Las observaciones de NGC 6822 son un claro ejemplo de ello. Fue descubierta por Edward Emerson Barnard en 1884, por lo que a veces se le llama “la galaxia de Barnard”.

En esos tiempos, todos los objetos celestes se consideraban parte de nuestra galaxia. De hecho, el tamaño del universo mismo era el de la Vía Láctea, y tanto NGC 6822 como muchas otras galaxias ya observadas entonces se clasificaban como nebulosas, es decir, nubes de gas que se veían entre el campo de estrellas.

En las primeras décadas del siglo XX, la comunidad astronómica se cuestionó la naturaleza de algunas de estas nebulosas, en especial de las “espirales”, que hoy llamamos galaxias espirales. Observaciones del astrónomo Heber Curtis en la entonces llamada nebulosa de Andrómeda, le hicieron adherirse a la idea propuesta por el filósofo Immanuel Kant en el siglo XVIII de que estas nebulosas eran “universos islas”, independientes a nuestra galaxia.

Curtis protagonizó, junto con el prominente astrónomo Harlow Shapley, el famoso “gran debate” de 1920, en el que presentaron sus argumentos a favor (Curtis) y en contra (Shapley) de la idea de las nebulosas espirales como galaxias independientes.

El debate fue finalmente resuelto por el mismo Hubble, quien en 1925 estudió tanto la galaxia de Andrómeda como NGC 6822, estimando que ambas se encontraban a distancias mayores que el tamaño de nuestra galaxia, por lo que el tamaño del universo creció también. El propio Hubble mencionó posteriormente que NGC 6822 fue “el primer objeto definitivamente asignado a una región fuera del sistema galáctico”.

La historia del estudio de NGC 6822 incluye además a la astrónoma Susan Kayser, quien fue la primera mujer en recibir un doctorado en Astronomía del Instituto de Tecnología de California. Estudió diversos aspectos de NGC 6822, que presentó en su tesis doctoral en 1966. Este trabajo fue el más exhaustivo sobre esta galaxia hasta el año 2002. Ahora las observaciones del JWST aportan nuevos datos al estudio de esta galaxia, clave para entender la formación de las estrellas en el universo temprano.

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