Un estudio reciente ha revelado que los ciclones en el Atlántico tienen una mayor probabilidad de transformarse en "grandes huracanes" de categoría 3 o superior en comparación con las décadas de 1970 y 1980. Esta investigación plantea una seria advertencia sobre los riesgos cada vez mayores que enfrentan las comunidades costeras en la región.
El calentamiento de los océanos, que actúa como el motor principal de los huracanes, se ha acelerado considerablemente en los últimos años, con más del 90 por ciento del exceso de calor generado por la actividad humana siendo absorbido por los mares.
Esto ha creado las condiciones propicias para tormentas más poderosas y rápidamente intensificadas, que también pueden transportar mayores cantidades de agua, aunque no se ha confirmado un aumento en la frecuencia de estos eventos.
El estudio, publicado en la revista Scientific Reports, examinó la velocidad del viento en huracanes del Atlántico desde 1970 hasta 2020 y encontró que todas las tormentas en la región, independientemente de su tamaño, tienden a fortalecerse.
"Estos trabajos muestran que la velocidad con la que se refuerzan los huracanes y la frecuencia con que pasan del nivel de tempestades relativamente débiles al de huracanes mayores ha aumentado bastante en los últimos 50 años, cuando observamos alzas significativas de las temperaturas de la superficie de los océanos por el calentamiento de origen humano", señaló la autora del estudio, Andra Garner, de la Universidad de Rowan, en Estados Unidos.
El análisis reveló que en la actualidad, los huracanes en el Atlántico tienen el doble de probabilidades de elevarse de categoría, pasando de la categoría 1 (relativamente débil) a la categoría 3 o superior, en tan solo 24 horas en comparación con las décadas anteriores. Esta tendencia es particularmente evidente en la costa atlántica de Estados Unidos y el mar Caribe, aunque es menos pronunciada en el golfo de México.
Foto: EFE/NOAA-NHC
Esta situación plantea una creciente preocupación para las comunidades costeras, ya que las tormentas que se intensifican rápidamente son más difíciles de anticipar y prepararse.
Aunque el estudio no detalla específicamente cómo ocurre esta intensificación en el contexto del cambio climático, Garner advierte que estos resultados deben considerarse como una señal urgente de la necesidad de abordar la crisis climática de manera más drástica.
"Si no modificamos radicalmente nuestro comportamiento y no abandonamos rápidamente los combustibles fósiles para limitar el calentamiento futuro de los océanos, pienso que debemos esperar que esta tendencia será cada vez más extrema", explicó la científica.