Las ballenas grises que pasan sus veranos en las aguas poco profundas del noroeste del Pacífico en Norteamérica han disminuido un 13% en longitud este siglo, revela un estudio de la Universidad Estatal de Oregón (OSU).
Esta reducción en tamaño podría afectar seriamente la salud y capacidad reproductiva de estos cetáceos, y sugiere problemas en la cadena alimenticia de su entorno, según los expertos.
K.C. Bierlich, coautor del estudio y profesor adjunto en el Instituto de Mamíferos Marinos de OSU, indicó que esta merma podría ser un indicativo precoz de un declive en la salud o en la cantidad de estos mamíferos.
“Y las ballenas son consideradas centinelas del ecosistema, por lo que si la población de ballenas no está bien, eso podría decir mucho sobre el medio ambiente en sí” dijo.
La investigación, difundida en la revista Global Change Biology, se centró en el Grupo de Alimentación de la Costa del Pacífico (PCFG), una fracción de unos 200 individuos dentro de la mayor población del Pacífico Norte Oriental, estimada en 14,500 ejemplares.
Este subgrupo se localiza cerca de la costa de Oregón, prefiriendo aguas más cálidas y menos profundas que sus parientes del Ártico.
Estudios anteriores de la OSU habían mostrado que las ballenas de este grupo son más pequeñas y están en peor condición física que las del grupo principal. La actual investigación confirma la tendencia a la reducción de tamaño a lo largo de las últimas décadas.
Desde 2016, el Laboratorio de Ecología Geoespacial de la Megafauna Marina (GEMM) del Instituto ha estudiado a este subgrupo, empleando drones para medir su tamaño.
Al analizar imágenes de 130 ballenas, los científicos encontraron que una ballena gris nacida en 2020 sería 1.65 metros más corta que una nacida antes del 2000, lo cual significa una reducción superior al 13% de su longitud total.
Enrico Pirotta, investigador principal y miembro de la Universidad de St. Andrews en Escocia, destacó la importancia del tamaño en los animales.
“Afecta su comportamiento, su fisiología, su historia de vida y tiene efectos en cascada para los animales y para la comunidad de la que forman parte”, explicó.
Los animales más pequeños al destetarse pueden enfrentar mayores dificultades al independizarse, lo que podría incidir en su supervivencia, señaló Pirotta. Además, para las ballenas adultas, hay preocupaciones significativas sobre su capacidad reproductiva.
“Al ser más pequeñas, existen dudas sobre la eficacia con la que estas ballenas grises PCFG pueden almacenar y asignar energía para crecer y mantener su salud. Es importante saber si pueden destinar suficiente energía a la reproducción y mantener el crecimiento de la población”, agregó Bierlich.
Las lesiones por colisiones con embarcaciones y enredos en aparejos pesqueros también son motivo de preocupación para el equipo, temiendo que un tamaño menor con reservas energéticas reducidas pueda disminuir la capacidad de las ballenas para recuperarse de heridas.
El estudio igualmente examinó cómo los patrones oceánicos afectan la disponibilidad de alimento para las ballenas mediante el seguimiento de ciclos de afloramiento y relajación, que movilizan nutrientes hacia zonas menos profundas, favoreciendo el crecimiento de plancton y otras presas.
Leigh Torres, coautor y director del Laboratorio GEMM, comentó que no se ha estudiado específicamente cómo el cambio climático afecta estos patrones, pero es evidente que influye en la dinámica de estos procesos en el Pacífico Noreste.
Este hallazgo sobre la reducción en el tamaño de las ballenas grises plantea nuevas preguntas sobre las implicaciones de este fenómeno y los factores que podrían estar contribuyendo a él.