Los restos fósiles de un pequeño pingüino que vivió en Nueva Zelanda hace 24 millones de años podrían ofrecer nuevas pistas sobre la evolución de sus habilidades natatorias.
Según un estudio publicado este jueves por la Universidad de Otago, los huesos pertenecen al "Pakudyptes hakataramea", una especie del Oligoceno que tenía un tamaño similar al pingüino azul o "Eudyptula minor", el pingüino más pequeño que existe hoy en día.
El análisis de los fósiles, que incluye un húmero, un fémur y un cubito, indica que las alas de estos pingüinos prehistóricos tenían una estructura comparable a la de los "Eudyptula minor", según Tatsuro Ando, el autor principal del estudio.
Estos huesos muestran áreas para la fijación de músculos y ligamentos, lo que revela cómo estos pingüinos usaban sus alas para nadar y maniobrar bajo el agua.
La investigación, liderada por Ando, descubrió que las articulaciones de los hombros del "Pakudyptes" eran muy similares a las de los pingüinos modernos, mientras que las articulaciones de los codos se parecían más a las de los pingüinos antiguos.
Este hallazgo, publicado en la revista Journal of the Royal Society of New Zealand, destaca que la capacidad de buceo y natación del "Pakudyptes" se debe a una combinación peculiar de sus huesos.
"Pakudyptes es el primer pingüino fósil encontrado con esta combinación, y es clave para entender la evolución de las alas de los pingüinos", destacó Ando.
Por su parte, Carolina Loch, coautora del estudio, explicó que los pingüinos modernos tienen una gran capacidad natatoria gracias a sus huesos densos y gruesos, que les proporcionan flotabilidad durante el buceo.
En el caso del "Pakudyptes hakataramea", su corteza ósea era relativamente gruesa, pero la cavidad medular estaba abierta, una característica similar a la del pingüino azul moderno, que nada en aguas poco profundas.
“Los pingüinos evolucionaron rápidamente desde el Oligoceno tardío hasta el Mioceno temprano y Pakudyptes es un fósil importante de este periodo. Su pequeño tamaño y su combinación única de huesos pueden haber contribuido a la diversidad ecológica de los pingüinos modernos”, afirmó Loch.