Investigadores han encontrado en Montana los fósiles de dos especies aviares del Cretácico, que vivieron hace aproximadamente 67 millones de años, durante el ocaso de los dinosaurios.
Estos restos pertenecen a las aves rapaces más antiguas conocidas hasta la fecha y muestran características anatómicas que las asemejan a las rapaces modernas, como halcones, búhos y águilas.
Los fósiles fueron hallados en la Formación Hell Creek, un área famosa por su riqueza paleontológica, donde se han desenterrado otros dinosaurios icónicos como el Tyrannosaurus rex y el Triceratops.
Las nuevas especies fueron identificadas a partir del tarsometatarso, un hueso del pie que se encuentra entre el tobillo y los dedos.
El mayor de los dos fósiles, denominado Avisaurus darwini, se estima que tenía el tamaño de un gran halcón, con una posible envergadura de 1.3 metros. El segundo fósil, también del género Avisaurus, es un poco más pequeño y aún no tiene nombre específico.
Alex Clark, estudiante de doctorado en biología evolutiva en la Universidad de Chicago, quien lidera el estudio publicado en la revista PLOS ONE, indicó que las similitudes en el tarsometatarso sugieren que estas aves podrían haber cazado de manera similar a las rapaces actuales, utilizando sus patas para capturar y someter a sus presas.
Según Clark, las aves recién descubiertas podrían haber alimentado de pequeños mamíferos, lagartos y otras aves.
Las primeras aves surgieron hace unos 150 millones de años, durante el Jurásico, evolucionando a partir de pequeños dinosaurios con plumas.
Las especies recientemente identificadas pertenecen a los enantiornitinos, un grupo de aves que habitó el planeta durante la era de los dinosaurios y que se extinguió tras el impacto de un asteroide hace 66 millones de años.
Aunque estas aves no son ancestros directos de las actuales, presentan adaptaciones morfológicas que han evolucionado de forma independiente en varias especies a lo largo del tiempo.
Esto plantea preguntas sobre su apariencia, como si poseían dientes o picos ganchudos, rasgos comunes en las rapaces modernas. Jingmai O'Connor, paleontóloga del Museo Field y coautora del estudio, destacó que el carácter incompleto de los hallazgos fósiles mantiene la incógnita sobre su morfología.
Entre los rasgos destacados en el tarsometatarso se encuentra un robusto punto de fijación muscular, similar al de las rapaces actuales, lo que sugiere que estas aves tenían músculos potentes capaces de agarrar presas de considerable tamaño. Además, las estrías en el hueso indican la presencia de dedos fuertes, una característica que resulta útil para someter a las presas en vuelo.
Los investigadores también encontraron restos de una tercera especie, llamada Magnusavis ekalakaensis, aunque su modo de vida aún no ha sido esclarecido.
Este descubrimiento no solo aporta nuevos datos sobre las aves del Cretácico, sino que también enriquece la comprensión de los ecosistemas que existieron en el periodo final de los dinosaurios.