Los "cometas oscuros" son una clase misteriosa de cuerpos celestes que, aunque parecen asteroides, se comportan como cometas. Este fenómeno, que fue observado por primera vez en 2016, ha llamado la atención de astrónomos de todo el mundo.
En 2023, se identificó oficialmente a uno de estos cometas, el 2003 RM, seguido de otros seis, y recientemente, un equipo internacional de científicos ha descubierto siete más, elevando el total conocido a 14.
Lo sorprendente de estos cometas es que no todos son iguales. Se han clasificado en dos tipos principales: los cometas oscuros externos y los internos.
Los cometas externos tienen órbitas excéntricas, similares a las de los cometas de la familia de Júpiter, y se desplazan a distancias muy amplias del Sol, desde más cerca de Mercurio hasta el alcance de Júpiter.
Por otro lado, los cometas oscuros internos son más pequeños, con órbitas más circulares, y se encuentran dentro de la órbita de Marte.
Este descubrimiento no solo amplía nuestro conocimiento sobre el Sistema Solar, sino que también tiene implicaciones para la defensa planetaria.
La creciente presencia de estos cometas en el Sistema Solar interno podría afectar las predicciones sobre posibles amenazas a la Tierra, ya que los modelos orbitales actuales dependen de información precisa sobre los objetos celestes cercanos.
Además, los expertos sugieren que estos cometas oscuros podrían haber jugado un papel clave en el origen de la vida en la Tierra.
"Los cometas oscuros son una nueva fuente potencial de haber traído a la Tierra los materiales necesarios para el desarrollo de la vida", asegura Darryl Seligman, astrofísico de la Universidad Estatal de Michigan. "Cuanto más sepamos sobre ellos, mejor podremos entender su papel en el origen de nuestro planeta".
Este hallazgo continúa desafiando la manera en que percibimos el cosmos, ofreciendo nuevas perspectivas sobre los orígenes de la vida y los misterios que aún guarda nuestro sistema solar.