Un nuevo estudio internacional revela que el Homo erectus, una de las primeras especies humanas, sobrevivió con éxito en paisajes áridos y desafiantes durante más tiempo de lo que se pensaba, mucho antes de la aparición del Homo sapiens.
Investigadores de la Universidad Griffith y otras instituciones internacionales, en colaboración con la Universidad de Calgary, analizaron restos del yacimiento Engaji Nanyori, ubicado en la garganta Oldupai de Tanzania, y descubrieron que estos homínidos habitaron regiones de África Oriental hace 1.2 millones de años, en un entorno semidesértico.
El estudio, publicado en Nature Communications Earth & Environment, revela que el Homo erectus prosperó en un clima extremadamente variable, dominado por matorrales y paisajes áridos, mucho antes de la aparición de nuestra especie.
"Ese éxito se debió a su capacidad de sobrevivir durante un largo período marcado por muchos cambios en el medio ambiente y el clima", señala por su parte el autor principal, el profesor Julio Mercader de la Universidad de Calgary (Canadá).
A través de avanzados análisis biogeoquímicos, estudios paleobotánicos y simulaciones climáticas, los investigadores reconstruyeron el ecosistema de la región, demostrando que el Homo erectus aprovechó fuentes de agua y áreas ecológicas clave, como ríos y arroyos, para mitigar los riesgos de su entorno.
Esto sugiere que los homínidos arcaicos poseían una flexibilidad ecológica que antes se pensaba exclusiva de especies más recientes como el Homo sapiens.
Además, el hallazgo desafía la creencia de que solo el Homo sapiens fue capaz de habitar ecosistemas extremos. El Homo erectus, con su habilidad para adaptarse a un abanico más amplio de ambientes, se muestra como un “generalista” versátil, capaz de expandir su presencia en diversos hábitats del fondo del Rift de África Oriental y otras zonas afromontanas, mucho antes de lo que se pensaba.
Este estudio subraya la importancia del Homo erectus como un antepasado resiliente y pionero en la historia de la evolución humana, destacando su capacidad de adaptación en entornos difíciles que, en su momento, permitieron la expansión y supervivencia de la especie durante más de un millón de años.