Un reciente estudio ha revelado la edad exacta en la que el cerebro comienza a mostrar signos de deterioro.
Los investigadores analizaron datos de más de 19.300 personas y, según los autores del estudio, estos hallazgos podrían ser clave para encontrar maneras de mejorar la salud cerebral en las etapas finales de la vida.
El estudio, publicado en la revista PNAS, señala que el proceso de deterioro comienza a los 44 años, se acelera significativamente a partir de los 67 y se estabiliza alrededor de los 90 años.
Además, los expertos identificaron un posible factor principal detrás de este deterioro: la resistencia neuronal a la insulina.
Los resultados sugieren que a medida que nuestro cerebro envejece, la insulina tiene un efecto reducido sobre las neuronas, lo que significa que se absorbe menos glucosa como energía, lo que luego comienza a interrumpir la señalización cerebral.
En el marco de este estudio, los científicos descubrieron que las proteínas GLUT4 y APOE, esta última asociada con el Alzheimer, juegan un papel crucial en el proceso de deterioro cerebral.
A partir de esto, sugieren que reemplazar o reparar las fuentes de energía de las neuronas podría ayudar a retrasar el envejecimiento cerebral, lo que podría abrir nuevas puertas para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas.
Además, los investigadores probaron la hipótesis de que el transportador de cetonas MCT2 podría actuar como un factor protector.
En un ensayo con 101 individuos que recibieron suplementos de cetonas, los resultados fueron prometedores. Estos suplementos parecen promover la sensibilidad a la insulina en las células cerebrales y reducir el daño metabólico.
La degradación cerebral se estabilizó después de tomar los suplementos de cetonas, y los mayores beneficios se dieron en personas de mediana edad (entre 40 y 59 años). Esto sugiere que un tratamiento de este tipo podría funcionar.
"En lugar de esperar a que aparezcan los síntomas cognitivos, que pueden no aparecer hasta que se haya producido un daño sustancial, podemos identificar a las personas en riesgo a través de marcadores neurometabólicos e intervenir durante esta ventana crítica", concluyen los investigadores.