Un estudio reciente desafía la teoría predominante sobre el origen del Homo sapiens, sugiriendo que nuestra especie no proviene de un único linaje ancestral, sino de al menos dos poblaciones humanas separadas.
Esta investigación, liderada por Trevor Cousins y publicada en la revista Nature Genetics, ofrece nuevos detalles sobre nuestros orígenes evolutivos.
Durante mucho tiempo se pensó que el Homo sapiens surgió en África hace entre 200.000 y 300.000 años a partir de una sola población. Sin embargo, el estudio revela que, hace 1,5 millones de años, dos grupos humanos se separaron y, 1 millón de años después, volvieron a encontrarse.
Esta mezcla de poblaciones resultó en una contribución genética desigual: una población aportó el 80% de nuestra genética, mientras que la otra contribuyó con el 20%.
El análisis genético de esta investigación se basa en el ADN humano moderno, utilizando datos del Proyecto 1000 Genomas, que incluye secuencias de ADN de diversas poblaciones globales.
El equipo desarrolló un algoritmo innovador, llamado cobraa, para modelar cómo estas poblaciones se separaron y se fusionaron, lo que proporcionó evidencia clara de un origen más complejo del Homo sapiens.
A diferencia de las interacciones más conocidas entre Homo sapiens, los neandertales y los denisovanos hace 50.000 años, este estudio sugiere una mezcla genética mucho más antigua, hace unos 300.000 años, que tuvo un impacto más significativo en el genoma humano moderno.
Esta interacción temprana contribuyó hasta 10 veces más material genético que la herencia neandertal, y se encuentra en todos los humanos actuales.
Imagen ilustrativa. University of Utah
El estudio también reveló que una de las poblaciones ancestrales, que constituyó la mayor parte de nuestra herencia genética, pasó por un "cuello de botella" genético tras su separación, lo que significa que su población se redujo drásticamente antes de crecer de nuevo.
Esta población sería, además, la antecesora de los neandertales y los denisovanos. En cuanto a la otra población, cuyos genes se distribuyen de manera más limitada, se destacó por su aporte en áreas relacionadas con la función cerebral y el procesamiento neuronal, lo que podría haber influido en la evolución cognitiva de los humanos modernos.
Los científicos también identificaron que los genes de la población minoritaria se encontraban en áreas del genoma menos vinculadas a funciones genéticas, lo que sugiere que la selección natural eliminó las mutaciones perjudiciales con el tiempo.
Este descubrimiento podría cambiar la forma en que los científicos estudian la evolución de otras especies. Como señala Cousins, la idea de que las especies evolucionan a partir de linajes claramente diferenciados es una concepción demasiado simplista.
En su lugar, el mestizaje y el intercambio genético pueden haber sido factores cruciales en la evolución de nuevas especies a lo largo de la historia.
Aunque el estudio aporta una nueva perspectiva sobre los orígenes humanos, aún se necesitan más investigaciones para identificar con certeza cuáles fueron las poblaciones ancestrales involucradas, y si especies como Homo erectus o Homo heidelbergensis podrían haber formado parte de este proceso evolutivo.
En palabras del paleogenetista Carles Lalueza-Fox, este estudio cuestiona la noción de un origen exclusivamente africano del Homo sapiens, abriendo la puerta a una visión más compleja y diversa de nuestra evolución.
La clave para comprender completamente estos orígenes podría estar en el análisis más detallado de los fósiles africanos de hace medio millón de años.