El historietista mexicano Gabriel Vargas, quien a través de su célebre historieta “La Familia Burrón” retrató por más de seis décadas las condiciones de un sector marginal de la sociedad mexicana, nació hace 102 años, el 5 de febrero de 1915, en Tulancingo, Hidalgo.
A los cuatro años de edad, el pequeño Gabriel quedó huérfano de padre y su madre tuvo que criar a sus 12 hijos, con quienes se trasladó de Hidalgo a la Ciudad de México; también fue a esa edad cuando mostró su gran talento para el dibujo.
Su primera proeza fue a los 15 años, cuando realizó en la avenida Juárez un dibujo con tinta china para celebrar “El día del tráfico”, en el que plasmó las imágenes de carretas, vehículos, anuncios publicitarios y más de cinco mil figuras humanas.
Una biografía difundida por el sitio oficial de su natal Tulancingo, en la escuela secundaria, Vargas se hizo amigo de Juan Olaguíbel (en ese entonces jefe de los talleres de dibujo de la Secretaría de Educación Pública-SEP), quien lo exhortó a mostrar un dibujo de la Catedral metropolitana al secretario de Educación.
Vargas acudió a las oficinas del funcionario y se topó con un hombre que descendía de un automóvil y lo abordó pensando que era el secretario.
Cuentan que en realidad era el doctor Alfonso Pruneda (en ese tiempo, director de Cultura del Instituto Nacional de Bellas Artes-INBA), quien quedó impresionado por el talento del joven, por lo que le planteó enviarlo como becario a Francia para estudiar dibujo y pintura.
Sin embargo, Vargas rehusó la beca y pidió conseguir trabajo como dibujante en “Excélsior”. Fue así como Vargas comenzó a trabajar en el periódico y realizó ilustraciones para varios suplementos, bajo las órdenes de Mariano Martínez.
Luego, Vargas ganó el concurso de dibujo convocado por la editorial Panamericana, tras lo que el coronel José García Valseca le ofreció empleo y le pidió crear una historieta. Ahí, refiere dicha biografía, nacieron “Los Superlocos” y su protagonista, Filemón Metralla.
Pero fue hacia 1948 cuando Gabriel Vargas creó su obra más famosa y distintiva: “La Familia Burrón”, inmortalizando el “Callejón del cuajo” y a sus sui géneris inquilinos: Borola Tacuche de Burrón, Regino Burrón, Regino Burrón Tacuche, el niño Foforito Cantarranas y Macuca Burrón Tacuche.
Personajes que, confesó, estaban basados en conocidos del autor, igual que los escenarios, que eran mercados, calles, parques, vecindades y billares que Vargas había recorrido.
Temas como la desintegración familiar, las casas chicas, los padres borrachos, la corrupción política, la carestía, la represión o la lentitud burocrática fueron algunos de los que abordó Vargas en su historieta que se publicó de manera ininterrumpida durante 61 años y en su época de oro llegó a vender 500 mil ejemplares semanales, según un estudio de Miguel Ángel Gallo.
Pero “La Familia Burrón” no fue la única de sus creaciones; creó también “Los Chiflados”, “Los del Doce”, “Pancho López”, “Sopa de perico”, “La vida de Cristo”, “El gran Caperuzo” y “Sherlock Holmes”, aunque ninguna alcanzó el éxito de los burrones.
De acuerdo con un texto del también caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón, en 1978, Gabriel Vargas fundó su propia editorial y continuó publicando su serie, en la cual siguió trabajando hasta el fin de sus días: en agosto de 2009 editó su último episodio, el numero mil 616.
Según Barajas, “si se cuentan los capítulos aparecidos en las dos ediciones, la primera a partir de los años 40 y la segunda en los años 70, hay más de tres mil historias de la familia Burrón.
Por toda esa labor, a lo largo de su vida, Vargas fue distinguido con premios como el Nacional de Periodismo 1983; el de Ciencias y Artes 2003; la Medalla José Vasconcelos 2003; una estampilla postal en el 2004, así como un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Además fue acreedor del Premio de caricatura “La Catrina”, de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara en 2005; la Gran Orden de Honor Nacional al Mérito Autoral 2005, que otorgan la Secretaría de Educación Pública y el Instituto Nacional del Derecho de Autor.
También fue designado hijo emérito de la ciudad de Tulancingo y el Congreso del estado de Hidalgo le confirió la presea “Pedro María Anaya”, en diciembre de 2006.
Vargas murió el 26 de mayo de 2010, a los 95 años de edad; el Museo del Estanquillo le rindió un homenaje al exhibir los personajes que lo consagraron y que dan cuenta de toda una época.
Actualmente parte de su obra se preserva entre las colecciones de dicho recinto y otra parte se encuentra en el archivo de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y en el Instituto Doctor Mora.