En el año 2000, el cineasta italiano Giuseppe Tornatore, creador de cintas como Cinema Paradiso, Todos están bien, entre otras, nos narró en su cinta Malena la historia de una mujer víctima de discriminación y el repudio de todo un pueblo por el simple hecho de ser una mujer bella.
Malena (Mónica Bellucci) es una mujer que vive en una pequeña villa llamada Castelcuto, en Sicilia, durante la Segunda Guerra Mundial. Ella y su esposo son una pareja común y corriente; sin embargo, a la llegada de la guerra, él es enviado a combatir, dejándola sola.
Víctima habitual del escarnio a su pasar por las principales calles del pueblo, Malena no pasa desapercibida; los cuchicheos, las miradas están a la par de su caminar, aunque camine siempre tímida, con la mirada al piso.
Ahí mismo, Renato, un niño que pasa por la transición de la niñez a la adolescencia y que es el narrador de la historia, pasa la mayor parte del tiempo admirando desenfrenadamente a Malena, como un espía, día y noche, como si fuera una religión; primero con actitud voyerista, pero después como un amor platónico.
Al paso de las semanas, la mala noticia de la muerte del esposo de Malena la convierte en un frenesí para los hombres que la ven pasar por la villa, pues ahora ya no es una mujer prohibida, sino una mujer sola y disponible para aquel que vaya en su búsqueda.
La envidia de las mujeres aumenta, pues a la joven, recatada y temerosa, que viste de negro, nadie se atreve a abordarla, nadie le da trabajo, le venden basura, todos la tratan mal, sólo por ser hermosa. Al paso de los días y cansada del rechazo, no tiene otra salida más que la prostitución, transformándola en “la putana”, término que se utilizaba en aquel entonces para calificar a las mujeres solas y jóvenes que debían encontrar pareja o que no congeniaran con el patrón del recato.
Ahora es otra, con el vestido más corto, el cabello de otro color y de mirada desafiante, a su caminar, cuatro hombres intentan abordarla y el odio de las pueblerinas hacia su persona aumenta.
Por su parte, el amor de Renato se va purificando, él es el único que conoce su dolor, su tristeza, el verdadero amor que siente por su esposo; es el único que la comprende y la ama de verdad en sus noches de desvelo.
Al paso de la película, la discriminación hacia el personaje aumenta la tensión y la historia va remontándose a un clima un poco desolador, pero sin perder su sutileza.
Si bien la cinta no presenta muchos diálogos, hace que la gente se identifique con los personajes y se adentre en la soledad de Malena, a la par de la fotografía y la música del maestro Ennio Morricone, que le da el toque a una historia que combina el drama y la comedia de manera uniforme, acompañado de la belleza de Mónica Bellucci, que desempeña a la perfección todas las facetas de Malena.
La cinta fue bien recibida en los países de Europa, sin embargo en Estado Unidos fue reducida por ser considerada un tanto “fuerte”, pero para el año 2005, la historia fue distribuida íntegra con muy buena aceptación por el público.